Características generales del edificio
El edificio está ubicado en el predio delimitado por las calles Libertad, Arturo Toscanini, Cerrito y Tucumán, entre la Plaza Lavalle y la Avda. 9 de Julio. El terreno sobre el cual está construido abarca 8.202 metros cuadrados, de los cuales 5.006 corresponden al edificio y 3.196 a dependencias bajo nivel de la calle Arturo Toscanini. La superficie total cubierta del edificio es de 37.884 metros cuadrados. Las fachadas están divididas en tres órdenes arquitectónicos. El primero, que corresponde a la base, es de 8,50 metros de altura; el segundo mide 9,20 metros, y el tercero es de 5,50 metros. Por encima de las terrazas se destaca un elegante techo a dos aguas. Es un conjunto armónico y con excelente perspectiva que puede apreciarse a distancia, desde la Avda. 9 de Julio. Distintos accesos facilitan el tránsito de los espectadores. Por la entrada principal, sobre la calle Libertad, se ingresa a la platea y a los palcos. Por Arturo Toscanini, a los niveles de cazuela y tertulia, y por Tucumán a galería y paraíso. Dos importantes marquesinas fueron colocadas después de su inauguración; una en la entrada de Libertad y otra en la de Cerrito. Esta última destinada al ingreso de los artistas y del personal. En la construcción –exquisitamente decorada– se conjugan elementos del Renacimiento italiano. Basamentos sobrios, bien definidos, semejantes al orden ático-griego que constan de planta baja y primer piso; intercolumnios monumentales –con capiteles jónicos y corintios– y sus multiformes variantes unifican los pisos segundo y tercero; los vanos y aberturas están tratados con arcos, arquitrabes y molduras del más rico diseño. No se puede hablar de un estilo definido, sino de un estilo ecléctico que fue propio de la construcción de principios del siglo XX.
Entrada principal
El gran hall de entrada, con su magnífico mármol de Verona, sus notables estucos símil mármol, los vitrales de la cúpula y la escalinata que conduce al foyer de plateas; el Salón de los Bustos y el llamado Salón Dorado, en el piso noble, son dechados de lujo y refinamiento. Desde los laterales de la escalera principal se accede al Pasaje de Carruajes, pequeña calle interior que comunica Toscanini con Tucumán, y por la que antiguamente se ingresaba al foyer principal. Desde 1997, la Boletería se ubicó en instalaciones que dan a este pasaje. En la ornamentación se utilizó mármol de primera calidad y de distinto origen. La escalinata (o escalera de honor) es de mármol blanco de Carrara y las barandas que la circundan son de mármol de Portugal. Al pie de la escalera –a ambos lados– las barandas terminan en dos cabezas de león talladas a mano en piezas completas. El último tramo de la escalinata, de planta semicircular, da acceso a la galería que conduce –también a ambos lados– a las escaleras que llevan al primer piso. Las barandas están ubicadas sobre el lado exterior de ambas escaleras; del otro lado, los basamentos están revestidos en mármol negro de origen belga. En el primer descanso, el visitante se enfrenta con dos magníficos vitrales con motivos alegóricos que sirven de cabezales al Salón Dorado
El primer Teatro ColónEl 27 de abril de 1857, se inauguró el primer Teatro Colón, con una puesta de La traviata. Estaba ubicado frente a la Plaza de Mayo, en la esquina sudoeste de la manzana comprendida entre Rivadavia, Reconquista, Bartolomé Mitre y 25 de Mayo. Los planos fueron confeccionados por el Ing. Carlos E. Pellegrini –padre del futuro Presidente de la República–. Su capacidad estaba calculada para 2.500 personas. En la construcción del primitivo Colón se utilizaron, por primera vez en el país, tirantes y armazones de hierro. La multitud de candelabros y la araña central de 450 luces eran alimentadas a gas. El escenario, el más amplio que se construyera hasta esa fecha, estaba dotado de todos los elementos necesarios para las grandes puestas escenográficas.En sus tres décadas de existencia, el antiguo Teatro Colón, que debió cerrar sus puertas en 1888 para transformarse en la sede del Banco de la Nación Argentina, presentó a los más famosos cantantes de la época – Enrico Tamberlick, Giuseppe Cima, Sofía Vera-Lorini, Giuseppina Medori, Federico Nicolao, Julián Gayarre, Adelina Patti y Francesco Tamagno– y desarrolló un repertorio que aún hoy sigue llamando la atención por su amplitud y eclecticismo y que incluía estrenos de óperas alemanas, que eran cantadas en italiano, tal como ocurría en algunos países europeos.
El actual Teatro Colón
Cuando el antiguo Teatro Colón realizaba sus rutilantes temporadas líricas, el Teatro de la Academia de Música de Nueva York, activo en su sede de la calle 14 desde el año 1849, y la desaparecida la Ópera Metropolitana de Broadway, nacida en 1883, realizaban temporadas líricas limitadas, virtualmente, al repertorio alemán, que resultaba económicamente más viable que las óperas con estrellas vocales de Italia, España y Francia. Hacia fines del siglo pasado, las óperas italianas y francesas que se representaban en ambos teatros neoyorquinos solían ser cantadas en alemán con artistas de ese origen. Todo ello establecía un fuerte distingo entre las actividades operísticas porteñas, que se realizaban paralelamente en varias salas, y las de Nueva York, distingo que se acentuaba por la diversidad del repertorio abordado por nuestros teatros líricos y por la envidiable calidad de sus intérpretes.
El actual Teatro Colón
Cuando el antiguo Teatro Colón realizaba sus rutilantes temporadas líricas, el Teatro de la Academia de Música de Nueva York, activo en su sede de la calle 14 desde el año 1849, y la desaparecida la Ópera Metropolitana de Broadway, nacida en 1883, realizaban temporadas líricas limitadas, virtualmente, al repertorio alemán, que resultaba económicamente más viable que las óperas con estrellas vocales de Italia, España y Francia. Hacia fines del siglo pasado, las óperas italianas y francesas que se representaban en ambos teatros neoyorquinos solían ser cantadas en alemán con artistas de ese origen. Todo ello establecía un fuerte distingo entre las actividades operísticas porteñas, que se realizaban paralelamente en varias salas, y las de Nueva York, distingo que se acentuaba por la diversidad del repertorio abordado por nuestros teatros líricos y por la envidiable calidad de sus intérpretes.
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