martes, 24 de marzo de 2009

EFEMERIDES 24 DE MARZO

Golpes de Estado en Argentina
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Golpes de estado en Argentina

En
Argentina se realizaron seis golpes de estado durante el siglo XX, en 1930, 1943, 1955, 1962, 1966 y 1976. Los cuatro primeros establecieron dictaduras provisionales en tanto que los dos últimos establecieron dictaduras de tipo permanente según el modelo de estado burocrático-autoritario (EBA). El último impuso una guerra sucia en la línea del terrorismo de Estado, en el que se violaron masivamente los derechos humanos y se produjeron decenas de miles de desaparecidos.
En los 53 años que transcurrieron desde el primer golpe de estado en
1930, hasta que cayó la última dictadura en 1983, los militares gobernaron 25 años, imponiendo 14 dictadores con el título de «presidente», uno cada 1,7 años. En ese período todas las experiencias de gobierno elegidas democráticamente (radicales, peronistas y radical-desarrollistas) fueron interrumpidas mediante golpes de estado.
Contenido
]
1 Golpe del 6 de septiembre de 1930
2 Golpe del 4 de junio de 1943
3 Golpe del 16 de septiembre de 1955
4 Golpe del 29 de marzo de 1962
5 Golpe del 28 de junio de 1966
6 Golpe del 24 de marzo de 1976
7 Cuestiones generales
8 Bibliografía


Golpe del 6 de septiembre de 1930
Artículo principal:
Dictadura de José Félix Uriburu (1930-1932)
Artículo principal: José Félix Uriburu: El golpe del 6 de septiembre de 1930 y el gobierno militar


General José Félix Uriburu inició la serie de golpes de estado en Argentina y dictaduras militares que se extenderían hasta 1983.
El golpe militar del
6 de setiembre de 1930 fue liderado por el General José Félix Uriburu y derrocó al Presidente Hipólito Yrigoyen de la Unión Cívica Radical, quien había sido elegido democráticamente para ejercer su segundo mandato en 1928. Paradójicamente el General Uriburu había sido uno de los organizadores de la Revolución de 1890, un levantamiento cívico-militar que dio origen a la Unión Cívica Radical.
El
10 de septiembre, Uriburu fue reconocido como presidente de facto de la Nación por la Corte Suprema mediante la acordada que dio origen a la doctrina de los gobiernos de facto y que sería utilizada para legitimar a todos los demás golpes militares.[1]
Siguiendo una tendencia que habría de ser general en los futuros golpes de estado, Uriburu designó a un civil en el cargo de ministro de economía, José S. Pérez, vinculado a los grandes terratenientes y a los sectores más conservadores.[2]
El gobierno militar estableció un gobierno de inspiración fascista y le encargó la redacción de su proclama inicial al escritor Leopoldo Lugones, quién había adherido a las ideas fascistas en 1924, al pronunciar ante los jefes militares un difundido discurso en el que sostuvo que había «sonado la hora de la espada». Una de sus primeras medidas fue establecer una estructura estatal represiva ilegal, creando una "sección especial" de la policía para utilizar sistemáticamente la tortura contra los opositores, siendo la primera en utilizar la electricidad con tal fin, mediante las picanas diseñadas para el ganado.[3]
Luego de proscribir a la Unión Cívica Radical, el régimen organizó una salida electoral aparente, restringida y controlada por las Fuerzas Armadas que dio origen a una serie de gobiernos conservadores fraudulentos y corruptos que fueron conocidos como la Década Infame.[4] [5] El 20 de febrero de 1932, el general José Félix Uriburu le entregó el poder al general Agustín P. Justo, verdadero artífice intelectual del golpe de estado.
Golpe del 4 de junio de 1943 [editar]
Artículo principal:
Revolución del 43


Generales Arturo Rawson, Pedro Pablo Ramírez y Edelmiro Farrell, los tres dictadores sucesivos de la Revolución del 43.
La
Revolución del 43 originada en el golpe militar del 4 de junio de 1943 tuvo características distintivas a todos los demás:
En primer lugar no derrocó a un gobierno legítimo.
Ramón Castillo, el presidente derrocado, era parte del régimen conservador conocido como década infame, originado en el golpe militar de 1930 y apoyado en el fraude electoral generalizado, la represión y la corrupción.[4]
En segundo lugar no mantuvo relaciones de alianza con los grandes terratenientes y empresarios.
En tercer lugar, su desencadenamiento estuvo vinculado a las presiones de
Estados Unidos para que la Argentina abandonara su tradicional neutralismo frente a la Segunda Guerra Mundial, con el fin de afectar los intereses británicos en el país y reemplazar a Gran Breteña como poder económico dominante en la Argentina.
Fue el único golpe de estado en Argentina que fue pura y exculisivamente militar, sin apoyo civil
[6]
La Revolución del 43 fue un confuso proceso político durante el cual diversos grupos, muchos de ellos sin protagonismo anterior en la historia argentina, se disputaron el poder. Todos los grupos militares que lucharon por el poder durante la Revolución del 43 eran marcadamente
anticomunistas y mantenían relaciones fuertes con la Iglesia Católica que recuperó una sólida presencia (perdida desde el siglo XIX), sobre todo en el ámbito de la educación. Las luchas internas desencadenaron dos golpes internos, sucediéndose en el poder tres dictadores que llevaron el título de «presidente»: Arturo Rawson, Pedro Pablo Ramírez y Edelmiro Farrell.[7]
Durante este período los sindicatos argentinos, principalmente los socialistas y los sindicalistas revolucionarios (pero también algunos pocos comunistas), realizaron una alianza con un sector de oficiales jóvenes del ejército liderado por el coronel Juan Perón, constituyendo una exitosa corriente laborista-nacionalista, que finalmente terminó predominando y ganando el apoyo popular de la clase obrera en ese momento en plena expansión y adquiriendo el nombre de peronismo. El período se caracterizó por una extrema polarización de las clases sociales, y llevó también a la conformación de un gran bloque social fuertemente antiperonista, mayoritariamente integrado por los sectores medios y altos.[8]
Económicamente la Revolución del 43 se caracterizó por una fuerte política de industrialización por sustitución de importaciones.
La dictadura finalizó con un llamado a elecciones democráticas realizadas el
24 de febrero de 1946, que todos los sectores aceptaron como impecables, en las que triunfó Juan Domingo Perón, quien asumió el 1 de mayo de 1946. Perón sería derrocado por un golpe militar en 1955 antes de finalizar su segundo mandato.
Golpe del 16 de septiembre de 1955 [editar]
Artículo principal:
Revolución Libertadora


Generales Eduardo Lonardi y Pedro Eugenio Aramburu, los dos dictadores sucesivos de la «Revolución Libertadora».
La llamada «
Revolución Libertadora» fue una dictadura militar originada en el golpe de estado que derrocó al Presidente Juan Domingo Perón entre el 16 y el 23 de septiembre de 1955, día éste último en que el jefe de la insurrección juró con el título de «presidente», a la vez que disolvió el Congreso. Al día siguiente designó como «vicepresidente» al almirante Isaac Rojas.
La Revolución Libertadora contó con una Junta Consultiva integrada por la mayor parte de los
partidos políticos: Unión Cívica Radical, Partido Socialista, Partido Demócrata Nacional, Partido Demócrata Cristiano y Partido Demócrata Progresista.[9]
El grupo golpista se dividió en dos sectores: un sector nacionalista-católico liderado por el General Eduardo Lonardi, que tomó el gobierno al comienzo, y un grupo liberal-conservador liderado por el General Pedro Eugenio Aramburu y el Almirante Isaac Rojas. Este último sector terminó predominando y dando un golpe palaciego, por el cual Lonardi fue reemplazado por Aramburu como «presidente».[10]
La dictadura impuso la proscripción del Partido Justicialista (peronista) y persecución de sus simpatizantes, que se mantendría por 18 años, y la intervención de los sindicatos. También, en un caso sin precedentes en la historia argentina moderna, fusiló a opositores, en algunos casos en forma pública y en otros clandestinamente.
El gobierno militar asignó el
Ministerio de Economía a un civil, sucediéndose Eugenio Folcini, Eugenio A. Blanco, Roberto Verrier y Adalberto Krieger Vasena, que llevaron adelante una política inspirada en los criterios de los sectores socialmente más acomodados y poderosos económicamente.[11]
Una de las medidas institucionales más importantes de la dictadura militar fue dictar una proclama derogando ipso facto la Constitución Nacional vigente, conocida como Constitución de 1949, para reemplazarla por el texto de la Constitución de 1853. Esta medida sería luego avalada por una Convención Constituyente elegida con proscripciones, que sesionó bajo el régimen militar y le agregó el artículo 14 bis.
En
1958 la Revolución Libertadora convocó a elecciones limitadas y controladas por las Fuerzas Armadas, con proscripción del peronismo que fueron ganadas por la Unión Cívica Radical Intransigente (UCRI), un sector de la fracturada Unión Cívica Radical, liderado por Arturo Frondizi, quien había realizado un pacto electoral y político con Perón con el fin obtener el apoyo del decisivo voto peronista a su candidatura. El Presidente Frondizi sería a su vez derrocado por los militares cuatro años después.
Golpe del 29 de marzo de 1962 [editar]
Artículo principal:
José María Guido


José María Guido, único dictador civil de la serie de golpes de estado en Argentina.
El golpe militar del
29 de marzo de 1962 tuvo elementos tragicómicos que determinaron que no fuera un militar, sino un civil, quien accediera al gobierno luego de derrocar al Presidente Arturo Frondizi (radical intransigente).[12]
Frondizi soportó durante su gobierno reiterados planteos e insurreciones militares, mediante los cuales llegaron a imponerle incluso al Ministro de Economía (Álvaro Alsogaray) y terminaron en el golpe del 29 de marzo de 1962, liderado por el General Raúl Poggi.
El hecho que precipitó el golpe fue la amplia victoria del
peronismo en las elecciones realizadas once días antes, en diez de las catorce provincias, incluyendo la estratégica Provincia de Buenos Aires, donde triunfó el dirigente sindical textil Andrés Framini. El peronismo había sido proscripto por la dictadura militar de 1955, pero Frondizi volvió a habilitarlo electoralmente, aunque manteniendo la prohibición a Juan Perón de presentarse como candidato y volver al país. Frondizi inmediatamente intervino las provincias en las que había ganado el peronismo, pero el golpe era indetenible.
Producido el levantamiento militar el
29 de marzo de 1962, el Presidente Frondizi, detenido por los militares en la Isla Martín García, se negó a renunciar («no me suicidaré, no renunciaré y no me iré del país»).[13] Eso llevó a interminables movimientos, amenazas y gestiones que agotaron a los líderes de la insurrección, quienes se fueron a dormir antes de asumir formalmente el poder. En la mañana del 30 de marzo, el General Raúl Poggi, líder de la insurrección victoriosa, se dirigió a la Casa Rosada para hacerse cargo del gobierno, y se sorprendió con el hecho de que los periodistas le comentaban que un civil, José María Guido, había jurado esa mañana como presidente en el palacio de la Corte Suprema de Justicia.[14]
Guido era un senador radical intransigente que presidía provisionalmente la Cámara de Senadores, debido a la renuncia del Vicepresidente Alejandro Gómez. Teniendo en cuenta esto, la noche del golpe, algunos abogados relacionados con la Corte Suprema de Justicia de la Nación, entre ellos Horacio Oyhanarte, consideraron que el derrocamiento de Frondizi era un caso de acefalía y le propusieron a Guido asumir la presidencia por encontrarse en la línea sucesoria, algo que éste hizo jurando ante la Corte Suprema la mañana del 30 de marzo.
Entre incrédulos, sorprendidos e indignados, los militares golpistas terminaron aceptando a regañadientes la situación y convocaron a Guido a la
Casa Rosada para comunicarle que sería reconocido como presidente, en tanto y en cuanto se comprometiera por escrito a ejecutar las medidas políticas indicadas por las Fuerzas Armadas, siendo la primera de ellas anular las elecciones ganadas por el peronismo. Guido aceptó las imposiciones militares, firmó un acta dejando constancia de ello y recién entonces fue habilitado por estos para instalarse con el título de «presidente», pero con la obligación de clausurar el Congreso Nacional e intervenir las provincias.
Efectivamente Guido cumplió las órdenes militares, anuló las
elecciones, clausuró el Congreso, volvió a proscribir al peronismo, intervino todas las provincias y designó un equipo económico de derecha que incluía a figuras como Federico Pinedo y José Alfredo Martínez de Hoz.
Finalmente en
1963 volvió a convocar a elecciones limitadas, con proscripción del peronismo, en las que resultó elegido presidente Arturo Illia (radical del pueblo), saliendo segundo el voto en blanco que muchos peronistas utilizaron como forma de protesta. El Presidente Illia asumió el 12 de octubre de 1963 y también sería derrocado por un golpe militar el 28 de junio de 1966.
Golpe del 28 de junio de 1966 [editar]
Artículos principales:
Revolución Argentina y Juan Carlos Onganía


Generales Juan Carlos Onganía, Marcelo Levingston y Alejandro Lanusse, los tres dictadores sucesivos de la autodonominada «Revolución Argentina».
El
28 de junio de 1966 un levantamiento militar liderado por el General Juan Carlos Onganía derrocó al Presidente Arturo Illia (radical del pueblo). El golpe dio origen a una dictadura autodenominada «Revolución Argentina», que ya no se presentó a sí misma como «gobierno provisional», como en todos los golpes anteriores, sino que se estableció como un sistema de tipo permanente. Este tipo de dictaduras militares permanentes, se instalaron por entonces en varios países latinoamericanos en esos años (Brasil, Chile, Uruguay, Bolivia, Paraguay, etc.) y fue analizado detalladamente por el destacado politólogo Guillermo O'Donnell quien lo denominó con la expresión de Estado burocrático autoritario (EBA).[15]
La Revolución Argentina dictó en 1966 un Estatuto que tenía nivel jurídico superior a la Constitución y en 1972 introdujo reformas constitucionales, algo que también la distinguió de las dictaduras anteriores. En general la dictadura adoptó una ideología fascista-católica-anticomunista, apoyada abiertamente tanto por Estados Unidos como por los países europeos.[16]
La alta conflictividad política y social generada durante la Revolución Argentina y las luchas entre los diversos sectores militares produjeron dos golpes internos, sucediéndose en el poder tres dictadores militares: Juan Carlos Onganía (1966-1970), Marcelo Levingston (1970-1971) y Alejandro Agustín Lanusse (1971-1973).
Económicamente la dictadura entregó el
Ministerio de Economía a los sectores civiles más conservadores-liberales, cuyo máximo exponente fue Adalberto Krieger Vasena, quien ya había sido ministro de la Revolución Libertadora. Hay que señalar sin embargo, que durante la dictadura de Levingston, predominó un sector nacionalista-desarrollista de las Fuerzas Armadas, que nombró Ministro de Economía al radical Aldo Ferrer.[17] [18]
Acosada por una insurrección popular creciente y generalizada, la dictadura organizó una salida electoral con participación del peronismo (aunque impidiendo la candidatura de Perón), en 1973, en la que triunfó precisamente el candidato peronista Héctor J. Cámpora, con el 49,53% de los votos, asumiendo el 25 de mayo de 1973.
Cámpora renunció para permitir elecciones libres, en las que ganó
Juan Perón con el 62% de los votos, quien moriría menos de un año después de haber sido electo, y el gobierno peronista, en manos ahora de la Vicepresidenta María Estela Martínez de Perón, sería también derrocada por un golpe militar en 1976.
Golpe del 24 de marzo de 1976 [editar]
Artículos principales:
Proceso de Reorganización Nacional y Guerra sucia en Argentina


Juicio a las Juntas militares (1985), en el que fueron condenados varios de los dictadores del «Proceso de Reorganización Nacional».
El
24 de marzo de 1976 una nueva sublevación militar derrocó a la Presidenta María Estela Martínez de Perón instalando una dictadura de tipo permanente (Estado burocrático autoritario) autodenominada «Proceso de Reorganización Nacional», gobernada por una Junta Militar integrada por tres militares, uno por cada fuerza. A su vez la Junta Militar elegía a un funcionario con el título de «presidente», con funciones ejecutivas y legislativas.
Al igual que la dictadura anterior, la Junta Militar sancionó en
1976 un Estatuto y dos Actas de carácter complementario con jerarquía jurídica superior a la Constitución.[19]
El Proceso fue gobernado por cuatro juntas militares sucesivas:
1976-1980:
Jorge Rafael Videla, Emilio Eduardo Massera y Orlando Ramón Agosti
1980-1981:
Roberto Eduardo Viola, Armando Lambruschini, Omar Domingo Rubens Graffigna
1981-1982:
Leopoldo Fortunato Galtieri, Basilio Lami Dozo y Jorge Isaac Anaya
1982-1983:
Cristino Nicolaides, Rubén Franco, Augusto Jorge Hughes
En cada una de estas etapas, las juntas designaron como «presidentes» de facto a
Jorge Rafael Videla, Roberto Eduardo Viola, Leopoldo Fortunato Galtieri y Reynaldo Benito Bignone respectivamente, todos ellos integrantes del Ejército. Bignone, fue el único "presidente" que no perteneció a la junta.
El «Proceso de Reorganización Nacional» llevó adelante una
guerra sucia en la linea del terrorismo de estado que violó masivamente los derechos humanos y causó la desaparición de decenas de miles de opositores.[20]
Internacionalmente, la dictadura argentina y la violación de derechos humanos contó con el apoyo activo del gobierno de Estados Unidos (salvo durante la administración de James Carter) y la tolerancia de los países europeos, la Unión Soviética y la Iglesia Católica, sin cuya inacción difícilmente hubiera podido sostenerse. Asimismo, en ese momento se instalaron con apoyo estadounidense dictaduras militares en todos los países del Cono Sur de Sudamérica (Argentina, Brasil, Bolivia, Chile, Paraguay, Perú y Uruguay) que coordinaron entre si y con Estados Unidos la represión, por medio de una organización terrorista internacional denominada Plan Cóndor.[21]
En materia económica, la dictadura entregó formalmente los ministerios económicos a las asociaciones empresarias más conservadoras que impulsaron una política económica abiertamente desindustrializadora y neoliberal, con máxima expansión de una deuda externa[22] contraída de manera fraudulenta y mediante mecanismos de corrupción, en beneficio del sector privado:
El
Ministerio de Economía a José Alfredo Martínez de Hoz, presidente del Consejo Empresario Argentino (CEA).
La Secretaría de Ganadería a la
Sociedad Rural Argentina, representada por Jorge Zorreguieta (el padre de Máxima Zorreguieta, princesa de Holanda).
El
Banco Central a la Asociación de Bancos Privados de Capital Argentino (ADEBA).[23]
En
1982 el gobierno militar emprendió la Guerra de Malvinas contra el Reino Unido, en un acontecimiento sobre el cual siguen siendo muy oscuras las causas desencadenantes. La derrota infligida provocó la caída de la tercera junta militar y meses más tarde la cuarta junta llamó a elecciones para el 30 de octubre de 1983, en las que triunfó el candidato de la Unión Cívica Radical, Raúl Alfonsín, quien asumió el 10 de diciembre de 1983.
Los jefes militares fueron enjuiciados y condenados, y muchos de ellos llevados a prisión, en
complejos procesos que se extendieron en el tiempo.
La dictadura militar llamada «Proceso de Reorganización Nacional» fue la última. Si bien entre
1987 y 1990 se produjeron varias insurrecciones militares, denominadas carapintadas, ninguna de ellas logró derrocar a los gobiernos democráticos.
Cuestiones generales [editar]
Los golpes de estado en Argentina generaron una serie de problemas jurídico-políticos específicos:
La
doctrina de los gobiernos de facto de la Corte Suprema de Justicia de la Nación;[24]
La validez y suerte de los llamados "
decretos-leyes" y demás normas sancionadas por los gobiernos militares, una vez finalizada la dictadura;[24]
La sanción de los golpistas.
También es posible observar una escalada en la violencia represiva y una paralela reducción del respeto por las formas legales en cada uno de los golpes. En particular, mientras que los cuatro primeros golpes de estado (1930, 1943, 1955 y 1962) se definieron como "gobiernos provisionales" y manifestaron desde un inicio su intención de llamar a elecciones democráticas en un breve lapso, los dos últimos golpes (1966 y 1976), establecieron dictaduras militares de tipo permanente, de acuerdo al modelo de
estado burocrático autoritario (EBA) descrito por Guillermo O'Donnell.
Un elemento importante de los golpes de estado en Argentina está relacionado también con los planes económicos y la actitud ante los mismos de las grandes potencias mundiales. En el primer caso, los equipos económicos de los gobiernos militares tendieron a recurrir a las mismas figuras, mayoritariamente provenientes del sectores
conservador-liberal, llegándose a decir que las Fuerzas Armadas se comportaron como partido político de la clase alta.[25] [26] En el segundo caso en casi todos los golpes de estado la o las potencias mundiales hegemónicas en el país, tuvieron participación directa, ya sea en su realización o posterior protección de los golpistas.[27]
Los golpes de estado en Argentina, sobre todo a partir de la década del 60, formaron parte de un cuadro subregional y regional más amplio, de golpes militares generalizados en Sudamérica y América Latina, en la mayoría de los casos apoyados o promovidos por Estados Unidos, a partir de las operaciones de la Escuela de las Américas con base en Panamá y la Doctrina de la Seguridad Nacional.[25]
Durante la Convención Constituyente que en 1994 reformó el texto de la Constitución Argentina se discutió largamente la doctrina de los gobiernos de facto y la forma de evitar que la misma pudiera volver a invocarse en un eventual golpe de estado futuro. El resultado fue la aprobación del primer párrafo del artículo 36 de la Constitución Nacional, conocido también como de "defensa de la democracia o defensa del orden constitucional":
Esta Constitución mantendrá su imperio aun cuando se interrumpiere su observancia por actos de fuerza contra el orden institucional y el sistema democrático. Estos actos serán insanablemente nulos.
Bibliografía [editar]
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(Texto parcial.
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Notas [editar]
Historia Integral Argentina, T. 7, pag. 88-89
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"Si la Argentina puede efectivamente ser sometida, el control del Departamento de Estado sobre el hemisferio occidental será total. Esto contribuirá simultáneamente a mitigar los posibles peligros de la influencia rusa y europea sobre América Latina, y apartará a Argentina de lo que se supone es nuestra órbita." David Kelly, citado en Escudé, Carlos; Cisneros, Andrés (2000). «La campaña del embajador Braden y la consolidación del poder de Perón». Historia de las Relaciones Exteriores Argentinas, CARI. Consultado el 18 de diciembre de 2007.
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"El Plan Prebisch demuestra que los obreros aumentaron su ingreso real en un 37% a expensas de los productores agropecuarios y de las clases medias. La 'ciencia' económica legitimaba así la vindicta social de los propietarios y de los privilegiados". Alain Rouquié (1983). Poder Militar y Sociedad Política en la Argentina, II (1943-1973). Buenos Aires : Emecé, pp. 131-132.
"La cuestión es que los muchachos, al final, lo rajaron (a Frondizi), y cuando el general Poggi estaba ya listo para asumir como Presidente apareció José María Guido - también conocido como 'José Dondemepongo' -, pegó un per saltum, entró a Tribunales, juró como Presidente ante la Corte Suprema, se coló por un intersticio en una puerta de la Casa Rosada, se sentó en el sillón, y cuando Poggi se dio vuelta le dijo 'Acá taaaa!'". Tato Bores, Monólogo número 2000, 9 de septiembre de 1990.
La frase fue pronunciada por Arturo Frondizi dos días antes del golpe, el 27 de marzo de 1962, y se convirtió en una de las frases célebres de la historia argentina. El argentino dice, ONI
"Cuando el General Poggi creía tener el bastón del mando a su alcance, el Presidente Provisional del Senado José María Guido estaba jurando como Presidente de la República ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación... La maniobra tomó por sorpresa al poder militar, al poder sindical y a la sociedad entera". Carlos Floria y Cesar Garcia Belsunce (1989). Historia Política de la Argentina Contemporánea (1880-1983). Buenos Aires : Alianza Universidad, pág. 184.
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