Francisco Solano López nació en 1826 en Asunción, Paraguay, y falleció en 1870 en medio de una contienda bélica en Cerro Corá. Fue el primero de los cinco hijos de Carlos Antonio López y al igual que su padre fue presidente de la república de Paraguay, convirtiéndose de este modo en el segundo presidente constitucional de la nación. Es considerado un héroe nacional por una buena parte de sus compatriotas al estar involucrado en la modernización del país y por haber muerto en el campo de batalla.
Ligado a la milicia desde joven, fue escalando en la jerarquía en el seno del ejército. A los veintiocho años era nombrado por su padre ministro de Guerra. Posteriormente y durante la Guerra de la Triple Alianza pasó a ser comandante en jefe de las Fuerzas Armadas.
Ligado a la milicia desde joven, fue escalando en la jerarquía en el seno del ejército. A los veintiocho años era nombrado por su padre ministro de Guerra. Posteriormente y durante la Guerra de la Triple Alianza pasó a ser comandante en jefe de las Fuerzas Armadas.
Ocupó el cargo de embajador por Paraguay entre 1853 y 1854 y estableció fructíferos contactos con algunas naciones europeas como Francia, Prusia y Reino Unido principalmente, que sirvieron para conseguir el reconocimiento por parte de estos países de la independencia de Paraguay. Estos reconocimientos se complementaron con la firma de importantes tratados comerciales que propiciaron la importación de maquinaria industrial para el desarrollo económico y militar de la nación.
En 1862 a la muerte de Carlos Antonio López accede a la presidencia de la república, cargo que ocupa hasta su muerte en 1870. Es escogido a propuesta del Congreso de la Nación el 16 de octubre de 1862. En el ámbito de la política interna continuó con el proceso de modernización que su padre había iniciado tras la dictadura de José Gaspar Rodríguez de Francia y que había aislado a Paraguay del exterior. De este modo Francisco Solano López fomentó la creación de hospitales, escuelas y vías de comunicación como la ampliación de la red de ferrocarril.
En la ámbito de la política internacional el presidente paraguayo pensaba que su nación debía desempeñar un rol más importante en el conjunto de las naciones de Latinoamérica. Los problemas diplomáticos a los que se tuvo que hacer frente con Uruguay, Argentina y Brasil desembocaron en la decisiva, para Paraguay, Guerra de la Triple Alianza entre los años 1864-1870.
Este conflicto que enfrentó a Paraguay con los países anteriormente mencionados tendría efectos desastrosos para la nación guaraní.
En relación a este trágico acontecimiento, las opiniones están divididas en torno a la responsabilidad de Francisco Solano López. Culpable o inocente lo cierto es que las consecuencias de esta conflagración fueron dramáticas para la república de Paraguay que debió afrontar unas pérdidas humanas elevadísimas en una población que en aquellos momentos rondaba aproximadamente el millón y medio de habitantes. La mayoría de los historiadores aceptan que fallecieron por causas propiamente bélicas y derivadas de éstas (enfermedades varias y hambrunas) más de la mitad de la población del país, principalmente del género masculino. Después de la guerra, Paraguay quedó bajo la órbita de Brasil y el país estuvo ocupado militarmente hasta 1876.
Falleció durante la Batalla de Cerro Corá a manos de tropas brasileñas y según se cuenta dijo antes de morir: “¡Muero por la Patria!” o bien “¡Muero con la Patria!”, expresiones que pese a su aparente similitud esconden sustanciales diferencias que son aún motivo de controversia.
En su vida íntima estuvo relacionado con Elisa Alicia Lynch, de origen irlandés, a la que conoció en París en su etapa de embajador. Elisa se convirtió en su compañera sentimental durante el resto de su vida pero no pudo casarse al no poder divorciarse ésta de su marido francés por estar el divorcio fuera de la ley en el país galo en aquel período.
Francisco Solano López es una figura polémica aún hoy por las diferentes interpretaciones de su carrera política. Sus restos descansan actualmente en el Panteón de los Héroes en la capital de Paraguay Asunción.
En 1862 a la muerte de Carlos Antonio López accede a la presidencia de la república, cargo que ocupa hasta su muerte en 1870. Es escogido a propuesta del Congreso de la Nación el 16 de octubre de 1862. En el ámbito de la política interna continuó con el proceso de modernización que su padre había iniciado tras la dictadura de José Gaspar Rodríguez de Francia y que había aislado a Paraguay del exterior. De este modo Francisco Solano López fomentó la creación de hospitales, escuelas y vías de comunicación como la ampliación de la red de ferrocarril.
En la ámbito de la política internacional el presidente paraguayo pensaba que su nación debía desempeñar un rol más importante en el conjunto de las naciones de Latinoamérica. Los problemas diplomáticos a los que se tuvo que hacer frente con Uruguay, Argentina y Brasil desembocaron en la decisiva, para Paraguay, Guerra de la Triple Alianza entre los años 1864-1870.
Este conflicto que enfrentó a Paraguay con los países anteriormente mencionados tendría efectos desastrosos para la nación guaraní.
En relación a este trágico acontecimiento, las opiniones están divididas en torno a la responsabilidad de Francisco Solano López. Culpable o inocente lo cierto es que las consecuencias de esta conflagración fueron dramáticas para la república de Paraguay que debió afrontar unas pérdidas humanas elevadísimas en una población que en aquellos momentos rondaba aproximadamente el millón y medio de habitantes. La mayoría de los historiadores aceptan que fallecieron por causas propiamente bélicas y derivadas de éstas (enfermedades varias y hambrunas) más de la mitad de la población del país, principalmente del género masculino. Después de la guerra, Paraguay quedó bajo la órbita de Brasil y el país estuvo ocupado militarmente hasta 1876.
Falleció durante la Batalla de Cerro Corá a manos de tropas brasileñas y según se cuenta dijo antes de morir: “¡Muero por la Patria!” o bien “¡Muero con la Patria!”, expresiones que pese a su aparente similitud esconden sustanciales diferencias que son aún motivo de controversia.
En su vida íntima estuvo relacionado con Elisa Alicia Lynch, de origen irlandés, a la que conoció en París en su etapa de embajador. Elisa se convirtió en su compañera sentimental durante el resto de su vida pero no pudo casarse al no poder divorciarse ésta de su marido francés por estar el divorcio fuera de la ley en el país galo en aquel período.
Francisco Solano López es una figura polémica aún hoy por las diferentes interpretaciones de su carrera política. Sus restos descansan actualmente en el Panteón de los Héroes en la capital de Paraguay Asunción.
1 DE MARZO BATALLA DE CERRO CORA
CERRO CORA
CERRO CORÁ
Aquí en 1870 el Mariscal Francisco Solano López se libró la última batalla con los brasileños, dando fin con esto a la Guerra de la Triple Alianza. Murió en este mismo lugar con las simbólicas palabras: “Muero con mi patria”, y de hecho el Paraguay salió humana y materialmente devastado de esa guerra. De 1,37 millones de paraguayos había muerto más de un millón — casi sólo quedaban mujeres, niños y ancianos.
Aunque el Paraguay ya no dispone de selvas vírgenes como las amazónicas, aquí uno puede tener una impresión de lo que era el país hace unos 70 años. Las estadísticas dicen que la 3a parte del país está cubierto de bosques, pero es sólo un indicio del rápido avance la deforestación: 2 millones de hectáreas se perdieron entre 1958 y 1985. Dentro de muy pocos años los únicos bosques que quedan serán los de los parques
Combate de Cerro Corá
De Wikipedia, la enciclopedia libre
Cerro Corá (en guaraní Rodeado de cerros) es un paraje del departamento de Amambay, en el Paraguay, casi inmediato a la actual frontera con Brasil y una decena de kilómetros al sudoeste de las ciudades de Pedro Juan Caballero y Punta Porá. Se encuentra al sur del río Aquidabán y a un lado del riachuelo, brazo del anterior, el Aquidábanigüi también conocido como Niguí. Allí, a partir de la madrugada del 1 de marzo de 1870 sucedió el último combate de la Guerra de la Triple Alianza.
El 28 de febrero, algunos indígenas caygús llevaron alimentos a los paraguayos y le advierten a López la proximidad de los brasileños; le ofrecen esconderlo en sus tolderías, en el fondo de los bosques, donde no podrían encontrarlos: Jaha caraí, ndétopái chéne repe los camba ore apytepe ("Vamos, señor; no darán con usted los negros adonde pensamos llevarle").
López agradece y declina el ofrecimiento, pues le comunica luego a sus oficiales, algunos de éstos sobrevivientes, que su destino ya estaba marcado y que no éstaban hechos para huir, que era preferible morir que dejar que el ejército invasor regara esos terrenos de sangre sin oponer resistencia.
Cerro Corá (en guaraní Rodeado de cerros) es un paraje del departamento de Amambay, en el Paraguay, casi inmediato a la actual frontera con Brasil y una decena de kilómetros al sudoeste de las ciudades de Pedro Juan Caballero y Punta Porá. Se encuentra al sur del río Aquidabán y a un lado del riachuelo, brazo del anterior, el Aquidábanigüi también conocido como Niguí. Allí, a partir de la madrugada del 1 de marzo de 1870 sucedió el último combate de la Guerra de la Triple Alianza.
El 28 de febrero, algunos indígenas caygús llevaron alimentos a los paraguayos y le advierten a López la proximidad de los brasileños; le ofrecen esconderlo en sus tolderías, en el fondo de los bosques, donde no podrían encontrarlos: Jaha caraí, ndétopái chéne repe los camba ore apytepe ("Vamos, señor; no darán con usted los negros adonde pensamos llevarle").
López agradece y declina el ofrecimiento, pues le comunica luego a sus oficiales, algunos de éstos sobrevivientes, que su destino ya estaba marcado y que no éstaban hechos para huir, que era preferible morir que dejar que el ejército invasor regara esos terrenos de sangre sin oponer resistencia.
Una tropa brasileña de aproximadamente unos 4.500 soldados bien pertrechados persiguió y arrinconó a la desfalleciente y mal armada hueste de unos 409 combatientes paraguayos, entre ellos inválidos, ancianos, mujeres y niños. Siete meses antes, cuando comenzaron la travesía al norte conocida como el Viacrucis de la Nación. Los brasileños siguieron al último puñado de paraguayos rebeldes. Aquéllos tienen un jefe: el mariscal Câmara (José Antônio Correia da Câmara), que escribe a su emperador, Pedro II:
...Su disciplina proverbial de morir antes que rendirse y de morir antes de hacerse prisioneros porque no tenía orden de su jefe ha aumentado por la moral adquirida, sensible es decirlo pero es la verdad, en las victorias, lo que viene a formar un conjunto que constituye a estos soldados, en soldados extraordinarios invencibles, sobrehumanos. López tiene también el don sobrenatural de magnetizar a sus soldados, infundiéndoles un espíritu que no puede apreciarse bastantemente con la palabra; el caso es que se vuelven extraordinarios; lejos de temer el peligro lo acometen con un arrojo sorprendente; lejos de economizar su vida, parece que buscan con frenético interés la ocasión de sacrificarla heroicamente, y de venderla por otra vida o por muchas vidas de sus enemigos (...) Vuestra Majestad, tuvo por bien encargarme muy especialmente el empleo del oro, para acompañado del sitio allanar la campaña del Paraguay, que venía haciéndose demasiadamente larga y plagada de sacrificios, y aparentemente imposible por la acción de las armas; pero el oro, Majestad, es materia inerte contra el fanatismo patrio de los Paraguayos desde que están bajo la mirada fascinadora, y el espíritu magnetizador de López...soldados, o simples, ciudadanos, mujeres y niños, el Paraguay todo cuando es él son una misma cosa, una sola cosas, un sólo ser moral indisoluble... ¿cuánto tiempo, cuántos hombres, cuántas vidas y cuántos elementos y recursos precisaremos para terminar la guerra, es decir para convertir en humo y polvo toda la población paraguaya, para matar hasta el feto del vientre de la mujer...?
La tropa paraguaya estaba comandada por el presidente mariscal Francisco Solano López El coronel Panchito Solano, de quince años, jefe de su Estado Mayor. Fueron muertos casi todos los combatientes paraguayos, incluido Solano López y su hijo.
Derribaron a López a orillas del Arroyo Aquidabán Niguí Su uniforme casi intacto, era como un blanco a lo lejos que resaltaba entre la soldadesca, se le tiran unos soldados cambá y lo bajan de su caballo bayo hecho ya un jamelgo, lo hieren de un sablazo en el bajo vientre y recibe un fuerte golpe en la cabeza, sin embargo logra escapar. Un par de sus oficiales lo rescatan y lo intentan sacar del lugar llevándolo hacia el Niguí, a unos treinta metros de donde lo hirieron. Algunos soldados imperiales los alcanzan, la cabeza de López tenía precio, lo arrinconan estando casi inconsciente semi sumergido en agua y lodo ensangrentado, donde le exigen la rendiciónAquí es donde Solano López dice su famosa frase, -¡muero con mi patria!- pues el Paraguay ya no era lo que había soñado, y estando en manos enemigas, jamás volvería a serlo. Algunos afirman que intentó tragarse un retazo de la bandera antes de que lo encontraran, para evitar que fuera mancillada.El área en donde sucedieron estos hechos es en la actualidad parte del Parque Nacional Cerro Corá, donde se hallan los bustos y los nombres -además del mariscal López-, de otros oficiales caídos:
- Coronel Dionisio Lirios - Coronel Luis Caminos - Presbítero José de la Cruz Aguilar - Capitán Benigno Ocampos - Capitán Francisco Argüello - Alférez José Ortigoza - Teniente Coronel Vicente Ignacio Ortigoza - Subteniente Agustín Sebbato - Presbítero B. Adorno - Sargento Mayor José Miguel Gauto - Coronel Gaspar Estigarribia - Teniente Agustín Estigarribia - Presbítero Francisco Espinoza - Coronel Juan De La Cruz Ávalos - Sargento Mayor Ascención López - General Francisco Vaz - Vice Presidente Francisco Sánchez - Coronel Juan Francisco Solano López (Panchito)
En el caso de este último, existe un cartel de madera al lado de su tumba que dice: "Tumba del Coronel Panchito López: En este lugar el Coronel Panchito López, joven de 16 años, hijo del Mariscal, fue interceptado por las fuerzas aliadas pidiéndole rendición. Demostrando el mismo valor de su padre dijo: Un coronel paraguayo no se rinde
...Su disciplina proverbial de morir antes que rendirse y de morir antes de hacerse prisioneros porque no tenía orden de su jefe ha aumentado por la moral adquirida, sensible es decirlo pero es la verdad, en las victorias, lo que viene a formar un conjunto que constituye a estos soldados, en soldados extraordinarios invencibles, sobrehumanos. López tiene también el don sobrenatural de magnetizar a sus soldados, infundiéndoles un espíritu que no puede apreciarse bastantemente con la palabra; el caso es que se vuelven extraordinarios; lejos de temer el peligro lo acometen con un arrojo sorprendente; lejos de economizar su vida, parece que buscan con frenético interés la ocasión de sacrificarla heroicamente, y de venderla por otra vida o por muchas vidas de sus enemigos (...) Vuestra Majestad, tuvo por bien encargarme muy especialmente el empleo del oro, para acompañado del sitio allanar la campaña del Paraguay, que venía haciéndose demasiadamente larga y plagada de sacrificios, y aparentemente imposible por la acción de las armas; pero el oro, Majestad, es materia inerte contra el fanatismo patrio de los Paraguayos desde que están bajo la mirada fascinadora, y el espíritu magnetizador de López...soldados, o simples, ciudadanos, mujeres y niños, el Paraguay todo cuando es él son una misma cosa, una sola cosas, un sólo ser moral indisoluble... ¿cuánto tiempo, cuántos hombres, cuántas vidas y cuántos elementos y recursos precisaremos para terminar la guerra, es decir para convertir en humo y polvo toda la población paraguaya, para matar hasta el feto del vientre de la mujer...?
La tropa paraguaya estaba comandada por el presidente mariscal Francisco Solano López El coronel Panchito Solano, de quince años, jefe de su Estado Mayor. Fueron muertos casi todos los combatientes paraguayos, incluido Solano López y su hijo.
Derribaron a López a orillas del Arroyo Aquidabán Niguí Su uniforme casi intacto, era como un blanco a lo lejos que resaltaba entre la soldadesca, se le tiran unos soldados cambá y lo bajan de su caballo bayo hecho ya un jamelgo, lo hieren de un sablazo en el bajo vientre y recibe un fuerte golpe en la cabeza, sin embargo logra escapar. Un par de sus oficiales lo rescatan y lo intentan sacar del lugar llevándolo hacia el Niguí, a unos treinta metros de donde lo hirieron. Algunos soldados imperiales los alcanzan, la cabeza de López tenía precio, lo arrinconan estando casi inconsciente semi sumergido en agua y lodo ensangrentado, donde le exigen la rendiciónAquí es donde Solano López dice su famosa frase, -¡muero con mi patria!- pues el Paraguay ya no era lo que había soñado, y estando en manos enemigas, jamás volvería a serlo. Algunos afirman que intentó tragarse un retazo de la bandera antes de que lo encontraran, para evitar que fuera mancillada.El área en donde sucedieron estos hechos es en la actualidad parte del Parque Nacional Cerro Corá, donde se hallan los bustos y los nombres -además del mariscal López-, de otros oficiales caídos:
- Coronel Dionisio Lirios - Coronel Luis Caminos - Presbítero José de la Cruz Aguilar - Capitán Benigno Ocampos - Capitán Francisco Argüello - Alférez José Ortigoza - Teniente Coronel Vicente Ignacio Ortigoza - Subteniente Agustín Sebbato - Presbítero B. Adorno - Sargento Mayor José Miguel Gauto - Coronel Gaspar Estigarribia - Teniente Agustín Estigarribia - Presbítero Francisco Espinoza - Coronel Juan De La Cruz Ávalos - Sargento Mayor Ascención López - General Francisco Vaz - Vice Presidente Francisco Sánchez - Coronel Juan Francisco Solano López (Panchito)
En el caso de este último, existe un cartel de madera al lado de su tumba que dice: "Tumba del Coronel Panchito López: En este lugar el Coronel Panchito López, joven de 16 años, hijo del Mariscal, fue interceptado por las fuerzas aliadas pidiéndole rendición. Demostrando el mismo valor de su padre dijo: Un coronel paraguayo no se rinde
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