Mostrando entradas con la etiqueta EFEMERIDES 29 DE JULIO. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta EFEMERIDES 29 DE JULIO. Mostrar todas las entradas

viernes, 31 de julio de 2009

EFEMERIDES 29 DE JULIO

29 de Julio de 2003
Día de los Valores Humanos

CONMEMORACIONES
Ley 25.787
Institúyese el día 29 de julio de cada año como el Día de los Valores Humanos
Sancionada: Octubre 1° de 2003.
Promulgada: Octubre 27 de 2003.
El Senado y Cámara de Diputados de la Nación Argentina reunidos en Congreso, etc. sancionan con fuerza de Ley:
ARTICULO 1° — Institúyese el día 29 de julio de cada año como el Día de los Valores Humanos.
ARTICULO 2º — El Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología arbitrará los medios necesarios para que se desarrollen clases alusivas a esta conmemoración en los establecimientos educativos de todo el país.
ARTICULO 3º — Comuníquese al Poder Ejecutivo.
DADA EN LA SALA DE SESIONES DEL CONGRESO ARGENTINO, EN BUENOS AIRES, AL DIA PRIMERO DEL MES DE OCTUBRE DEL AÑO DOS MIL TRES.
— REGISTRADO BAJO EL N° 25.787 —
DANIEL O. SCIOLI. — EDUARDO O. CAMAÑO. — Juan Estrada. — Carlos G. Freytes.

EFEMERIDES 29 DE JULIO

29 de Julio de 2000


Muere en Buenos Aires el médico cirujano René G. Favaloro. Nació en La Plata el 14 de julio de 1923.


BIOGRAFÍA
Los ideales que guiaron sus pasos
René Gerónimo Favaloro nació en 1923 en una casa humilde del barrio "El Mondongo" de La Plata. A tan sólo una cuadra se levantaba el Hospital Policlínico como presagio de un destino que no se hizo esperar. Con apenas cuatro años de edad, Favaloro comenzó a manifestar su deseo de ser "doctor".
Quizás la razón se debía a que de vez en cuando pasaba unos días en la casa de su tío médico, con quien tuvo oportunidad de conocer de cerca el trabajo en el consultorio y en las visitas domiciliarias; o quizás simplemente tenía una vocación de servicio, propia de la profesión médica.
Sin embargo, la esencia de su espíritu iba más allá de su vocación y era mucho más profunda: calaba en los valores que le fueron inculcando en su casa y en las instituciones donde estudió. Sobre esa base edificó su existencia.
Cursó la primaria en una modesta escuela de su barrio , donde, con pocos recursos, se fomentaba el aprendizaje a través de la participación, el deber y la disciplina. Después de la escuela, pasaba las tardes en el taller de carpintería de su padre ebanista, quien le enseñó los secretos del oficio. En los veranos se transformaba en un obrero más. Gracias a sus padres -su madre era una habilidosa modista- aprendió a valorar el trabajo y el esfuerzo.
Su abuela materna le transmitió su amor por la tierra y la emoción al ver cuando las semillas comenzaban a dar sus frutos. A ella le dedicaría su tesis del doctorado: "A mi abuela Cesárea, que me enseñó a ver belleza hasta en una pobre rama seca" .
En 1936, después de un riguroso examen, Favaloro entró al Colegio Nacional de La Plata Allí, docentes como Ezequiel Martínez Estrada y Pedro Henríquez Ureña le infundieron principios sólidos de profunda base humanística. Más allá de los conocimientos que adquirió, incorporó y afianzó ideales como libertad, justicia, ética, respeto, búsqueda de la verdad y participación social, que había que alcanzar con pasión, esfuerzo y sacrificio.
Un giro inesperado
Al finalizar la escuela secundaria ingresó en la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de La Plata. En el tercer año comenzó las concurrencias al Hospital Policlínico y con ellas se acrecentó su vocación al tomar contacto por primera vez con los pacientes. Nunca se limitaba a cumplir con lo requerido por el programa, ya que, por las tardes, volvía para ver la evolución de los pacientes y conversar con ellos.
Mientras cursaba las materias correspondientes a su año, se entremezclaba con los alumnos de sexto año de las cátedras de Rodolfo Rossi o Egidio Mazzei, ambos titulares de Clínica Médica. También se escapaba a presenciar las operaciones de los profesores José María Mainetti de quien captó su espíritu renovador, y Federico E. B. Christmann, de quien aprendió la simplificación y estandarización que aplicaría después a la cirugía cardiovascular, quizás la mayor contribución de Favaloro a las operaciones sobre el corazón y los grandes vasos. Sería Christmann quien diría, no sin razón, que para ser un buen cirujano había que ser un buen carpintero.
El hecho fundamental de su preparación profesional fue el practicantado (actual residencia) en el Hospital Policlínico, centro médico de una amplia zona de influencia. Allí se recibían los casos complicados de casi toda la provincia de Buenos Aires. En los dos años en que prácticamente vivió en el Hospital, Favaloro obtuvo un panorama general de todas las patologías y los tratamientos pero, sobre todo, aprendió a respetar a los enfermos, la mayoría de condición humilde. Como no quería desaprovechar la experiencia, con frecuencia permanecía en actividad durante 48 o 72 horas seguidas.
Todo hacía suponer que su futuro estaba allí, en el Hospital Policlínico, siguiendo los pasos de sus maestros. Casualmente, en 1949, apenas recibido, se produjo una vacante para médico auxiliar. Accedió al puesto en carácter interino y a los pocos meses lo llamaron para confirmarlo. Le pidieron que completara una tarjeta con sus datos; pero en el último renglón debía afirmar que aceptaba la doctrina del gobierno. El destino se ensañaba de manera incomprensible. Sus calificaciones eran mérito más que suficiente para obtener el puesto. Sin embargo, ese requisito resultaba humillante para alguien que, como él, había formado parte de movimientos universitarios que luchaban por mantener en nuestro país una línea democrática, de libertad y justicia, razón por la cual incluso había tenido que soportar la cárcel en alguna oportunidad. Poner la firma en esa tarjeta significaba traicionar todos sus principios. Contestó que lo pensaría, pero en realidad sabía con claridad cuál iba a ser la respuesta.
Conocer el alma del paciente para curar su cuerpo
Por ese entonces llegó una carta de un tío de Jacinto Aráuz, un pequeño pueblo de 3.500 habitantes en la zona desértica de La Pampa. Explicaba que el único médico que atendía la población, el doctor Dardo Rachou Vega, estaba enfermo y necesitaba viajar a Buenos Aires para su tratamiento. Le pedía a su sobrino René que lo reemplazara aunque más no fuera por dos o tres meses. La decisión no fue fácil. Pero al final Favaloro llegó a la conclusión de que unos pocos meses transcurren rápidamente y que, mientras tanto, era posible que cambiara la situación política.
Llegó a Jacinto Aráuz en mayo de 1950 y rápidamente trabó amistad con el doctor Rachou. Su enfermedad resultó ser un cáncer de pulmón. Falleció unos meses más tarde. Para ese entonces Favaloro ya se había compenetrado con las alegrías y sufrimientos de esa región apartada, donde la mayoría se dedicaba a las tareas rurales.
La vida de los pobladores era muy dura. Los caminos eran intransitables los días de lluvia; el calor, el viento y la arenisca eran insoportables en verano y el frío de las noches de invierno no perdonaba ni al cuerpo más resistente. Favaloro comenzó a interesarse por cada uno de sus pacientes, en los que procuraba ver su alma. De esa forma pudo llegar a conocer la causa profunda de sus padecimientos.
Al poco tiempo se sumó a la clínica su hermano, Juan José médico también. Se integró muy pronto a la comunidad por su carácter afable, su gran capacidad de trabajo y dedicación a sus pacientes. Juntos pudieron compartir la labor e intercambiar opiniones sobre los casos más complicados.
Durante los años que ambos permanecieron en Jacinto Aráuz crearon un centro asistencial y elevaron el nivel social y educacional de la región. Sentían casi como una obligación el desafío de paliar la miseria que los rodeaba.
Con la ayuda de los maestros, los representantes de las iglesias, los empleados de comercio y las comadronas, de a poco fueron logrando un cambio de actitud en la comunidad que permitió ir corrigiendo sus conductas. Así, lograron que casi desapareciera la mortalidad infantil de la zona, redujeron las infecciones en los partos y la desnutrición, organizaron un banco de sangre viviente con donantes que estaban disponibles cada vez que los necesitaban y realizaron charlas comunitarias en las que brindaban pautas para el cuidado de la salud.
El centro asistencial creció y cobró notoriedad en la zona. En alguna oportunidad Favaloro reflexionó sobre las razones de ese éxito. Sabía que habían procedido con honestidad y con la convicción de que el acto médico "debe estar rodeado de dignidad, igualdad, piedad cristiana, sacrificio, abnegación y renunciamiento" de acuerdo con la formación profesional y humanística que habían recibido en la Universidad Nacional de La Plata.
Renace la pasión por la cirugía torácica
Favaloro leía con interés las últimas publicaciones médicas y cada tanto volvía a La Plata para actualizar sus conocimientos. Quedaba impactado con las primeras intervenciones cardiovasculares: era la maravilla de una nueva era. Poco a poco fue renaciendo en él el entusiasmo por la cirugía torácica, a la vez que iba dándole forma a la idea de terminar con su práctica de médico rural y viajar a los Estados Unidos para hacer una especialización. Quería participar de la revolución y no ser un mero observador. En uno de sus viajes a La Plata le manifestó ese deseo al Profesor Mainetti, quien le aconsejó que el lugar indicado era la Cleveland Clinic.
La Cleveland Clinic cuando llegó Favaloro, en la década de 1960
Lo asaltaban miles de interrogantes, entre ellos el de abandonar doce años de medicina rural que tantas satisfacciones le habían dado. Pero pensó que al regresar de Estados Unidos su contribución a la comunidad podría ser aun mayor. Con pocos recursos y un inglés incipiente, se decidió a viajar a Cleveland. Otra vez, el breve tiempo que pensaba permanecer allí terminó siendo una década.
Trabajó primero como residente y luego como miembro del equipo de cirugía, en colaboración con los doctores Donald B. Effler jefe de cirugía cardiovascular, F. Mason Sones, Jr. a cargo del Laboratorio de Cineangiografía y William L. Proudfit jefe del Departamento de Cardiología.
Al principio la mayor parte de su trabajo se relacionaba con la enfermedad valvular y congénita. Pero su búsqueda del saber lo llevó por otros caminos. Todos los días, apenas terminaba su labor en la sala de cirugía, Favaloro pasaba horas y horas revisando cinecoronarioangiografías y estudiando la anatomía de las arterias coronarias y su relación con el músculo cardíaco. El laboratorio de Sones, padre de la arteriografía coronaria, tenía la colección más importante de cineangiografías de los Estados Unidos.
A comienzos de 1967, Favaloro comenzó a pensar en la posibilidad de utilizar la vena safena en la cirugía coronaria. Llevó a la práctica sus ideas por primera vez en mayo de ese año. La estandarización de esta técnica, llamada del bypass o cirugía de revascularización miocárdica, fue el trabajo fundamental de su carrera, lo cual hizo que su prestigio trascendiera los límites de ese país, ya que el procedimiento cambió radicalmente la historia de la enfermedad coronaria. Está detallado en profundidad en su libro Surgical Treatment on Coronary Arteriosclerosis, publicado en 1970 y editado en español con el nombre Tratamiento Quirúrgico de la Arteriosclerosis Coronaria . Hoy en día se realizan entre 600.000 y 700.000 cirugías de ese tipo por año solamente en los Estados Unidos.
Su aporte no fue casual sino el resultado de conocimientos profundos de su especialidad, de horas y horas de investigación y de intensa labor. Favaloro decía que su contribución no era personal sino el resultado de un equipo de trabajo que tenía como primer objetivo el bienestar del paciente.
Un centro de primer nivel en Buenos Aires
El profundo amor por su patria hizo que Favaloro decidiera regresar a la Argentina en 1971, con el sueño de desarrollar un centro de excelencia similar al de la Cleveland Clinic, que combinara la atención médica, la investigación y la educación, tal como lo dijo en su carta de renuncia a Effler:
"Una vez más el destino ha puesto sobre mis hombros una tarea difícil. Voy a dedicar el último tercio de mi vida a levantar un Departamento de Cirugía Torácica y Cardiovascular en Buenos Aires. En este momento en particular, las circunstancias indican que soy el único con la posibilidad de hacerlo. Ese Departamento estará dedicado, además de a la asistencia médica, a la educación de posgrado con residentes y fellows, a cursos de posgrado en Buenos Aires y en las ciudades más importantes del país, y a la investigación clínica. Como usted puede ver, seguiremos los principios de la Cleveland Clinic." (De La Pampa a los Estados Unidos)
Con ese objetivo creó la Fundación Favaloro en 1975 junto con otros colaboradores y afianzó la labor que venía desarrollando desde su regreso al país. Uno de sus mayores orgullos fue el de haber formado más de cuatrocientos cincuenta residentes provenientes de todos los puntos de la Argentina y de América latina. Contribuyó a elevar el nivel de la especialidad en beneficio de los pacientes mediante innumerables cursos, seminarios y congresos organizados por la Fundación, entre los que se destaca Cardiología para el Consultante, que tiene lugar cada dos años.
En 1980 Favaloro creó el Laboratorio de Investigación Básica -al que financió con dinero propio durante un largo período- que, en ese entonces, dependía del Departamento de Investigación y Docencia de la Fundación Favaloro. Con posterioridad, pasó a ser el Instituto de Investigación en Ciencias Básicas del Instituto Universitario de Ciencias Biomédicas, que, a su vez, dio lugar, en agosto de 1998, a la creación de la Universidad Favaloro. En la actualidad la universidad consta de una Facultad de Ciencias Médicas, donde se cursan dos carreras de grado -medicina (iniciada en 1993) y kinesiología y fisiatría (iniciada en 2000)- y una Facultad de Ingeniería, Ciencias Exactas y Naturales, donde se cursan tres carreras de ingeniería (iniciadas en 1999). Por su parte, la Secretaría de Posgrado desarrolló cursos, maestrías y carreras de especialización.
En la actualidad, la investigación abarca más de treinta campos en los que trabajan profesionales de distintas disciplinas -medicina, biología, veterinaria, matemática, ingeniería, etc.- en colaboración con los centros científicos más importantes de Europa y Estados Unidos. Se publicaron más de ciento cincuenta trabajos en revistas especializadas con arbitraje internacional.
En 1992 se inauguró en Buenos Aires el Instituto de Cardiología y Cirugía Cardiovascular de la Fundación Favaloro, entidad sin fines de lucro. Con el lema "tecnología de avanzada al servicio del humanismo médico" se brindan servicios altamente especializados en cardiología, cirugía cardiovascular y trasplante cardíaco , pulmonar , cardiopulmonar, hepático, renal y de médula ósea, además de otras áreas. Favaloro concentró allí su tarea, rodeado de un grupo selecto de profesionales.
Como en los tiempos de Jacinto Aráuz, siguió haciendo hincapié en la prevención de enfermedades y enseñando a sus pacientes reglas básicas de higiene que contribuyeran a disminuir las enfermedades y la tasa de mortalidad. Con ese objetivo se desarrollaron en la Fundación Favaloro estudios para la detección de enfermedades, diversidad de programas de prevención, como el curso para dejar de fumar, y se hicieron varias publicaciones para el público en general a través del Centro Editor de la Fundación Favaloro, que funcionó hasta 2000.
Pero Favaloro no se conformó con ayudar a resolver los problemas de esa necesidad básica que es la salud en cada persona en particular sino que también quiso contribuir a curar los males que aquejan a nuestra sociedad en conjunto. Jamás perdió oportunidad de denunciar problemas tales como la desocupación, la desigualdad, la pobreza, el armamentismo, la contaminación, la droga, la violencia, etc., convencido de que sólo cuando se conoce y se toma conciencia de un problema es posible subsanarlo o, aun mejor, prevenirlo.
Favaloro fue miembro activo de 26 sociedades, correspondiente de 4, y honorario de 43. Recibió innumerables distinciones internacionales entre las que se destacan: el Premio John Scott 1979, otorgado por la ciudad de Filadelfia, EE.UU; la creación de la Cátedra de Cirugía Cardiovascular "Dr René G. Favaloro" (Universidad de Tel Aviv, Israel, 1980); la distinción de la Fundación Conchita Rábago de Giménez Díaz (Madrid, España, 1982); el premio Maestro de la Medicina Argentina (1986); el premio Distinguished Alumnus Award de la Cleveland Clinic Foundation (1987); The Gairdner Foundation International Award, otorgado por la Gairdner Foundation (Toronto, Canadá, 1987); el Premio René Leriche 1989, otorgado por la Sociedad Internacional de Cirugía; el Gifted Teacher Award, otorgado por el Colegio Americano de Cardiología (1992); el Golden Plate Award de la American Academy of Achievement (1993); el Premio Príncipe Mahidol, otorgado por Su Majestad el Rey de Tailandia (Bangkok, Tailandia, 1999).

EFEMERIDES 29 DE JULIO

29 de Julio de 1982
Muere en Buenos Aires el historiador Vicente Dionisio Sierra, autor de "Así se hizo América" y "Los Reyes Católicos". Fue presidente de la Junta de Historia Eclesiástica Argentina (1960-1966). Nació en Buenos Aires el 9 de enero de 1893.

Vicente Dionisio Sierra Historiador

Nació en Buenos Aires el 9 de enero de 1893.Murió en Buenos Aires el 29 de julio de 1982.
La obra de Vicente Sierra constituye una página muy importante dentro de la historiografía nacional.
Inició su carrera académica profesional como profesor en colegios secundarios del Gran Buenos Aires, a principio del siglo XX. Durante muchos años, preponderó la tarea docente por sobre sus otras actividades académicas desarrolladas siempre dentro del campo histórico.
Por esta trayectoria, fue convocado para desempeñarse como director del Instituto de Investigaciones Históricas de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, y como profesor de Introducción a la Historia en la misma facultad. Además fue profesor titular de la cátedra de Historia de la Ideas Políticas Argentinas en la Facultad de Ciencias Políticas de los Institutos Universitarios del Salvador.
Hacia 1944, Sierra publicó una de sus obras más importantes: Los jesuitas germanos en la conquista espiritual de Hispano-América.
En el año 1946, se hizo cargo de la Secretaría de Salud Pública, Abastecimientos y Limpieza de la Ciudad de Buenos Aires. Más tarde, fue secretario de la Comisión de Construcciones Universitarias y, después, Director Nacional de Transportes. Entre 1960 y 1966, fue designado Presidente de la Junta de Historia Eclesiástica.
El 18 de octubre de 1973, Sierra sucedió a Jorge Luis Borges en el cargo de Director de la Biblioteca Nacional, y fue hasta el 4 de Marzo de 1976, titular de la misma.
En todas sus obras, prevaleció una mirada particular sobre la historia argentina y americana, que se diferenciaba de la de los otros historiadores de su época. Su prolífica bibliografía incluye las obras: El sentido misional de la conquista de América; Historia de las ideas políticas en la Argentina (1950); Así se hizo América; Historia de la Argentina (en 12 tomos, publicados entre 1956 y 1972); El hombre, la sociedad y el estado en la doctrina peronista (1948); En torno a las Bulas Alejandrinas de 1493 (1953); y El hombre argentino y su historia, publicada en 1966.
Murió a los 89 años en Buenos Aires, el 29 de julio de 1982.

EFEMERIDES 29 DE JULIO

29 de Julio de 1957
Muere en Buenos Aires el escritor y profesor universitario Ricardo Rojas. Es autor de "Blasón de plata", "El Santo de la Espada" y "El profeta de la pampa", entre otras obras. Nació en Tucumán el 16 de septiembre de 1882.

Rojas, Ricardo
Promotor de la ciencia y la cultura, y educador. Nació en Tucumán el 16 de septiembre de 1882. Murió en Buenos Aires el 29 de julio de 1957. Ricardo Rojas nació en el seno de una de las familias más tradicionales de Tucumán. Su padre, Absalón Rojas, había sido diputado en el Colegio Nacional, Senador y Gobernador de la Provincia de Santiago del Estero. Fue precisamente en Santiago del Estero donde Ricardo Rojas comenzó sus estudios preparatorios. Cuando su padre falleció, en 1893, la familia se trasladó a Buenos Aires. Allí residiría Rojas el resto de su vida, excepto por algunos viajes circunstanciales. En esta ciudad, además, se casó en 1913 con Julieta Quinteros, la hija del Gobernador de Tucumán. Desde muy joven Rojas comenzó a demostrar una excepcional vocación por la literatura: a la edad de 15 años empezó a publicar artículos y poemas en los periódicos locales de Santiago, y recién llegado a Buenos Aires comenzó se expresó a través de la revista Ideas, fundada en 1903 por Manuel Gálvez, y se inició como periodista en el staff de El País, periódico que respondía a Carlos Pellegrini. Más tarde, fue también un asiduo colaborador de Caras y Caretas, desde 1900, y de La Nación desde 1904. Sus artículos y poemas fueron recogidos, posteriormente, en los más importantes diarios y antologías de España y Sudamérica. Sus estudios se interrumpieron en Santiago del Estero, y nunca obtuvo ningún grado universitario, si bien comenzó a estudiar Leyes, carrera que abandonó a favor de sus trabajos literarios. Más tarde, su prestigio le brindaría dos cargos universitarios y la membresía en varias sociedades científicas, incluso de la Academia Real de Letras de Madrid, de la Sociedad de Historia y Numismática de Buenos Aires, y del Consejo Académico de la Universidad de La Plata. Su educación fue el resultado de sus propios esfuerzos: fue un verdadero autodidacta, disciplinado y constante con sus estudios particulares. Fue un gran lector, además. Así, con sólo 37 años de edad ya era el autor de 20 obras y un referente en el panorama literario nacional. Su primer libro fue una colección de versos titulado La victoria del hombre, que apareció en 1903, y fue prologado por Guido y Spano en Argentina y don Miguel de Unamuno en España. Mientras tanto, había cultivado con pasión sus estudios históricos y críticos, y había realizado numerosos viajes. Producto de esta experiencia fueron El país de la selva, una colección de personajes, paisajes y leyendas típicas del interior de la Argentina que publicó en 1907, y El Ucumar, una novela corta sobre la vida del país. Entre 1907 y 1908 fue a estudiar a Europa, y visitó España, Inglaterra, Italia y Francia. En el Viejo Mundo publicó varias obras, como El alma española, de crítica literaria. A su regreso, presentó sus memorias de viaje en La Nación de Buenos Aires con el título de Cartas de Europa. Entonces, también apareció su libro más controversial, La restauración nacionalista, en el que marcaba la necesidad de reforma de la educación argentina, de acuerdo con sus ideales de nacionalidad y de civilización. En 1909, la Universidad de La Plata lo invitó a ocupar el cargo de Literatura Española y tres años después la Universidad de Buenos Aires lo propuso como el primer profesor de Literatura Argentina. Bajo estas influencias académicas escribió Bibliografía de Sarmiento, Poesías de Cervantes e Historia de la Literatura Argentina, una obra que repasa el pensamiento argentino hasta 1917. Junto a Manuel Gálvez y otros importantes pensadores, Rojas integró la "generación del Centenario", un grupo de jóvenes intelectuales nacidos entre 1876 y 1886, que admiraban la obra de la generación que los había antecedido, pero eran críticos de las consecuencias que esa labor había traído al país. Atacaban el materialismo dominante y la falta de ideales, el cosmopolitismo del ´900 y la pérdida de la identidad. Por eso, sus escritos se orientaron principalmente al estudio de los orígenes y la formación de la nacionalidad argentina. Cuando estalló la Primer Guerra Mundial, el conflicto internacional lo incentivó a escribir artículos y pronunciar conferencias en las que promovía el más ferviente pacifismo. El Gobierno de Francia le reconoció esta labor, en 1922, cuando le otorgó la Cruz de la Legión de Honor. Ese año, Rojas creó el Instituto de Literatura Argentina de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, que con el tiempo se convertiría en el centro de investigaciones folklóricas y de musicología indígena más importante del país. También sería el fundador del Instituto de Filología, del Gabinete de Historia de la Civilización, y de la Escuela de Archivistas, Bibliotecarios y Técnicos para el servicio de Museos. Por unanimidad de votos, fue elegido Rector de la Universidad de Buenos Aires en marzo de 1926, y permaneció al frente de esa casa de estudios hasta 1930. En 1934, por su destacada militancia en el radicalismo, fue confinado por algunos meses en el penal de Ushuaia, junto a otros muchos dirigentes radicales. En la arena política, como en los claustros, fue un orador elocuente, que sabía cautivar a la audiencia. Pasó los últimos años de su vida rodeado por el reconocimiento más generalizado. En 1953, por ejemplo, el Centro de Derecho y Ciencias Sociales lo propuso como candidato al Premio Nobel de Letras, solicitud a la que adhirieron distintas universidades de América. Rojas falleció en Buenos Aires el 29 de Julio de 1957. En 1982, un decreto presidencial consagró ese día como el "Día de la Cultura Nacional".