Muere el escritor y educador Sastre, Marcos
Promotor de la ciencia y la cultura, educador y naturalista (geógrafo, botánico, zoólogo, entomólogo y ornitólogo) Nació en Montevideo (Uruguay) en 1809. Murió en Buenos Aires el 15 de febrero de 1887. Sastre fue un eminente educador que, aunque nacido en Uruguay, desarrolló su actividad en la Argentina. Pero además fue un destacado promotor de la cultura nacional en sus orígenes y un avezado naturalista, autor de una de las obras más renombradas acerca de la zoología, la geografía y la botánica del Paraná y su delta: El temple argentino. Nacido en Montevideo en 1809, realizó en esa ciudad sus primeros estudios. Más tarde, y hasta 1827, residió en Córdoba, donde estudió en el Colegio de Monserrat. Al año siguiente, Sastre se trasladó a Buenos Aires, para perfeccionar sus estudios pictóricos. De regreso en Córdoba, creó un establecimiento educacional y publicó una obra para la enseñanza de la lectura, llamada Anagnosia. En 1830, en Buenos Aires, comenzó estudios de jurisprudencia en la Universidad, que no terminaría. Al año siguiente, integrado a la joven intelectualidad argentina, abrió la "Librería Argentina", en cuya trastienda iba a funcionar desde 1835 el "Salón Literario", el lugar donde se forjó el pensamiento nacional que dominaría la última mitad del siglo. En efecto, eran habitués del Salón jóvenes interesados en la cultura, la política y el progreso científico: Cané, Alberdi, Gutiérrez, Echeverría, López, etc. El Salón fue el ámbito de innumerables debates de estos jóvenes interesados en el progreso nacional, y el antecedente directo de la Asociación de Mayo. Como sucedió con éstos, el régimen rosista significó para Sastre el destierro. Se retiró al campo, a San Fernando, y abrió un colegio en 1842. No fue este suficiente ocultamiento, sin embargo, y debió huir a Santa Fe, primero, y luego a Entre Ríos. En esa provincia, en 1851, fue nombrado Inspector General de Escuelas, y en 1852, elegido para dirigir el periódico que servía de medio de expresión a Urquiza: El Federal. Con el caudillo entrerriano en el poder, Sastre encabezó la Inspección General de Escuelas de la Nación. Posteriormente, fue jefe de Departamento de dicho organismo, en 1864, y Director de la Escuela Normal de Entre Ríos, en 1865. Más allá de estas funciones, y la de miembro del Consejo Nacional de Educación, que ostentaba cuando murió en 1887, la vida de Sastre se vio modificada por su estancia en San Fernando. Esa fue su "patria chica", su lugar en el mundo. Allí concibió y escribió El Temple (Tempe) Argentino, su obra principal y que lo mostraría como un naturalista de calidad, aun cuando autodidacta. Se trata de un estudio sobre la flora, la fauna y la geografía del Delta del Paraná, ilustrada con bellísimos grabados hechos por la mano de su autor. El Temple Argentino, que en su época tuvo más ediciones que el mismísimo Facundo de Sarmiento, constituye una obra científica de alta factura, exquisita en su forma y destacada por su contenido. Tanto que, por ella, algunos estudiosos han parangonado a Sastre con otros grandes naturalistas de fines del siglo pasado, como Francisco Javier Muñiz y Guillermo Enrique Hudson.
Promotor de la ciencia y la cultura, educador y naturalista (geógrafo, botánico, zoólogo, entomólogo y ornitólogo) Nació en Montevideo (Uruguay) en 1809. Murió en Buenos Aires el 15 de febrero de 1887. Sastre fue un eminente educador que, aunque nacido en Uruguay, desarrolló su actividad en la Argentina. Pero además fue un destacado promotor de la cultura nacional en sus orígenes y un avezado naturalista, autor de una de las obras más renombradas acerca de la zoología, la geografía y la botánica del Paraná y su delta: El temple argentino. Nacido en Montevideo en 1809, realizó en esa ciudad sus primeros estudios. Más tarde, y hasta 1827, residió en Córdoba, donde estudió en el Colegio de Monserrat. Al año siguiente, Sastre se trasladó a Buenos Aires, para perfeccionar sus estudios pictóricos. De regreso en Córdoba, creó un establecimiento educacional y publicó una obra para la enseñanza de la lectura, llamada Anagnosia. En 1830, en Buenos Aires, comenzó estudios de jurisprudencia en la Universidad, que no terminaría. Al año siguiente, integrado a la joven intelectualidad argentina, abrió la "Librería Argentina", en cuya trastienda iba a funcionar desde 1835 el "Salón Literario", el lugar donde se forjó el pensamiento nacional que dominaría la última mitad del siglo. En efecto, eran habitués del Salón jóvenes interesados en la cultura, la política y el progreso científico: Cané, Alberdi, Gutiérrez, Echeverría, López, etc. El Salón fue el ámbito de innumerables debates de estos jóvenes interesados en el progreso nacional, y el antecedente directo de la Asociación de Mayo. Como sucedió con éstos, el régimen rosista significó para Sastre el destierro. Se retiró al campo, a San Fernando, y abrió un colegio en 1842. No fue este suficiente ocultamiento, sin embargo, y debió huir a Santa Fe, primero, y luego a Entre Ríos. En esa provincia, en 1851, fue nombrado Inspector General de Escuelas, y en 1852, elegido para dirigir el periódico que servía de medio de expresión a Urquiza: El Federal. Con el caudillo entrerriano en el poder, Sastre encabezó la Inspección General de Escuelas de la Nación. Posteriormente, fue jefe de Departamento de dicho organismo, en 1864, y Director de la Escuela Normal de Entre Ríos, en 1865. Más allá de estas funciones, y la de miembro del Consejo Nacional de Educación, que ostentaba cuando murió en 1887, la vida de Sastre se vio modificada por su estancia en San Fernando. Esa fue su "patria chica", su lugar en el mundo. Allí concibió y escribió El Temple (Tempe) Argentino, su obra principal y que lo mostraría como un naturalista de calidad, aun cuando autodidacta. Se trata de un estudio sobre la flora, la fauna y la geografía del Delta del Paraná, ilustrada con bellísimos grabados hechos por la mano de su autor. El Temple Argentino, que en su época tuvo más ediciones que el mismísimo Facundo de Sarmiento, constituye una obra científica de alta factura, exquisita en su forma y destacada por su contenido. Tanto que, por ella, algunos estudiosos han parangonado a Sastre con otros grandes naturalistas de fines del siglo pasado, como Francisco Javier Muñiz y Guillermo Enrique Hudson.
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