viernes, 19 de junio de 2009

EFEMERIDES19 DE JUNIO

19 de junio de 1884 -

Muere el patriota argentino Juan Bautista Alberdi.

(Tucumán, 1810 - Nueilly-Sur-Seine, 1884)
Autor: Felipe Pigna
Juan Bautista Alberdi, el inspirador de la Constitución Nacional y uno de los más grandes pensadores argentinos, nació en Tucumán el 29 de agosto de 1810. Su madre, Doña Josefa Rosa de Aráoz, murió en el parto y el niño quedó al cuidado de su padre, Don Salvador Alberdi. En 1816, mientras comenzaba a sesionar el Congreso de Tucumán, Alberdi ingresaba a la escuela primaria que había fundado Manuel Belgrano. A los once años perdió a su padre, y sus hermanos Felipe y Tránsita se hacen cargo de él y gestionan una beca para que continúe sus estudios en Buenos Aires.
En 1824, con 14 años, llegó a Buenos Aires e ingresó en el Colegio de Ciencias Morales. Tenía como compañeros a Vicente Fidel López, Antonio Wilde y Miguel Cané -el padre del autor de Juvenilia- con quien comenzará una profunda amistad. Alberdi no soportaba el régimen disciplinario del colegio, que incluía encierros y castigos corporales, y le pidió a su hermano Felipe que lo sacara de allí. Dejó momentáneamente los estudios formales, pero no la lectura de pensadores europeos. Mientras trabaja como empleado en una tienda, leía apasionadamente a Rousseau, estudiaba música, componía y daba conciertos de guitarra, flauta y piano para sus amigos. En 1831, retomó sus estudios, ingresó a la Universidad de Buenos Aires en la carrera de Leyes, pero no abandonó sus gustos musicales. En 1832, escribió su primer libro: El espíritu de la música. Buscando escapar un poco a la pesada atmósfera que imprimía el régimen rosista al ambiente intelectual de Buenos Aires, decidió continuar sus estudios en Córdoba, donde se gradúa de Bachiller en Leyes.
En 1834, regresó a su provincia y escribió Memoria descriptiva de Tucumán. Su hermano Felipe se había convertido en un colaborador cercano del gobernador tucumano Alejandro Heredia y le solicitó una carta de recomendación para que Juan Bautista pudiera presentarla a alguna personalidad influyente de Buenos Aires. A poco de llegar a Buenos Aires, Alberdi se dirigió a la dirección indicada y allí lo esperaba el amigo de Heredia a quien le entregó la carta. Juan Facundo Quiroga leyó el escrito y le dijo al joven tucumano que le convendría estudiar en los Estados Unidos más que en Buenos Aires y que él estaba dispuesto a pagar todos los gastos. Alberdi se entusiasmó con la idea pero desistió cuando estaba a punto de zarpar. Pocos día después, en febrero de 1835, Facundo Quiroga moría asesinado en Barranca Yaco, Córdoba, y Rosas asumía por segunda vez la gobernación de Buenos Aires, esta vez con la suma del poder público.
Desde 1832, un grupo de jóvenes intelectuales venía reuniéndose en la librería de Marcos Sastre. Alberdi se incorporará a este grupo, compuesto, entre otros, por Juan María Gutiérrez y Esteban Echeverría, que fundará el 23 de agosto de 1835 el Salón Literario, un verdadero centro cultural y de difusión de las nuevas ideas políticas, vinculadas al romanticismo europeo.
En 1837, Alberdi publicó una de sus obras más importantes Fragmento Preliminar al estudio del Derecho, donde hacía un diagnóstico de la situación nacional y sus posibles soluciones. El texto fue duramente criticado por los antirrosistas exiliados en Montevideo porque, si bien atacaba duramente al despotismo, no hacía ninguna referencia a Rosas.
Por entonces, Alberdi alquilaba una habitación junto a Juan María Gutiérrez en la casa de Mariquita Sánchez de Thopmson. Allí, en el mismo piano en el que se interpretó por primera vez el himno, Alberdi componía sus Minués Argentinos.
Daguerrotipo
tomado en Chile (entre 1850 y 1853)
Durante ese mismo año, se inició en el periodismo con la publicación de La Moda, gacetín semanal de música, poesía, literatura y costumbres. Aparecieron 23 números y en sus artículos, Alberdi, que firmaba bajo el seudónimo de "Figarillo" intentaba burlar a la censura del rosismo y dejaba deslizar frases como esta: "los clamores cotidianos de la tiranía no podrán contra los progresos fatales de la libertad".
En junio de 1838 junto a Esteban Echeverría y Juan María Gutiérrez funda la Asociación de la Joven Generación Argentina, siguiendo el modelo de las asociaciones románticas y revolucionarias de Europa. Este grupo de intelectuales pasará a la historia como la "Generación del 37".
La mazorca, la policía secreta de Rosas, comenzó a vigilar de cerca las actividades de la Asociación y comenzó la persecución. Alberdi optó por exiliarse en Uruguay dejando en Buenos Aires un hijo recién nacido y varios amores inconclusos.
Llegó a Montevideo en noviembre de 1838. Allí se dedicará al periodismo político colaborando en diversas publicaciones antirrositas como El Grito Argentino y Muera Rosas. De ese período son también sus dos obras de teatro: La Revolución de Mayo y El Gigante Amapolas, una sátira sobre Rosas y los caudillos de la guerra civil.
En mayo de 1843, partió con Juan María Gutiérrez hacia Génova pero con destino final París, la meca de todos los románticos de la época. Llegó a París en septiembre y visitó al General San Martín con quien mantuvo dos prolongadas entrevistas. Quedó muy impresionado por la sencillez y la vitalidad del viejo general, que lo abrumó con preguntas sobre la patria.
A fines de 1843, decidió regresar a América para radicarse, como Sarmiento, en Chile. A su paso por Río de Janeiro, intentó infructuosamente entrevistar a Rivadavia.
Alberdi vivirá durante 17 años en Chile, la mayor parte del tiempo en Valparaíso, donde trabajará como abogado y ejercerá el periodismo. En uno de sus artículos publicado en El Comercio de Valparaíso dirá: "Los Estados Unidos no pelean por glorias ni laureles, pelean por ventajas, buscan mercados y quieren espacio en el Sur. El principio político de los Estados Unidos es expansivo y conquistador".
Al enterarse del triunfo de Urquiza sobre Rosas en la batalla de Caseros, el 3 de febrero de 1852, escribió en pocas semanas de trabajo afiebrado una de sus obras más importantes: Bases y puntos de partida para la organización política de la República Argentina, que publicó en mayo de ese año en Chile y reeditó en julio acompañándola de un proyecto de Constitución. Se lo envió a Urquiza, quien le agradeció su aporte en estos términos: "Su bien pensado libro es, a mi juicio, un medio de cooperación importantísimo. No ha podido ser escrito en una mejor oportunidad." La obra será uno de las fuentes de nuestra Constitución Nacional sancionada el 1º de mayo de 1853.
Mientras que Sarmiento había abandonado Chile para sumarse al Ejército Grande de Urquiza, Alberdi permaneció en Valparaíso, atento a los problemas argentinos. Sarmiento regresó al poco tiempo desilusionado con Urquiza y acusando a Alberdi de ser su agente en Chile. Alberdi lo calificó de "caudillo de la pluma" y "producto típico de la América despoblada" y se decidió a colaborar con el proyecto de la Confederación de Urquiza. El gobierno de Paraná lo nombró "Encargado de negocios de la Confederación Argentina" ante los gobiernos de Francia, Inglaterra, el Vaticano y España. Antes de partir hacia su misión diplomática escribió: Sistema económico y rentístico de la Confederación Argentina y De la integridad argentina bajo todos los gobiernos”. En ambos ensayos defendía las teorías liberales de Adam Smith y David Ricardo y se oponía al monopolio, al trabajo parasitario, abogando por un orden que garantizara al productor el fruto de sus esfuerzos y elevara el nivel de vida en general.
El 15 de abril de 1855, partió finalmente hacia Europa. Pasó primero por los Estados Unidos donde se entrevistó con el presidente Franklin Pierce. Luego pasó a Londres, donde conoció a la reina Victoria y, finalmente, a París, donde se radicaría por 24 años.
En 1858, se entrevistó en España con la reina Isabel II y consiguió el reconocimiento de la Confederación.
El 17 de septiembre de 1861, Mitre derrotaba en Pavón a Urquiza y ponía fin al proyecto de la Confederación. Alberdi fue despedido por Mitre de su cargo y reemplazado por Mariano Balcarce.
La situación de Alberdi no podía ser peor. Se le adeudaban dos años de sueldos como embajador y el nuevo gobierno se negaba a pagárselos y mucho menos a pagar su viaje de regreso. Comentó entonces: "el mitrismo es el rosismo cambiado de traje."
Tuvo que quedarse en París. Sus únicos y escasos ingresos provenían del alquiler de una propiedad en Chile.
Al producirse la Guerra del Paraguay, propiciada y conducida por Mitre con el apoyo del capital inglés, Alberdi, como José Hernández y Guido Spano, apoyó decididamente la causa paraguaya y acusó a Mitre de llevar adelante una "Guerra de la Triple Infamia" contra un pueblo progresista y moderno. Escribirá entonces: "Si es verdad que la civilización de este siglo tiene por emblemas las líneas de navegación por vapor, los telégrafos eléctricos, las fundiciones de metales, los astilleros y arsenales, los ferrocarriles , etc., los nuevos misioneros de civilización salidos de Santiago del Estero, Catamarca, La Rioja, San Juan, etc., etc., no sólo no tienen en su hogar esas piezas de civilización para llevar al Paraguay, sino que irían a conocerlas de vista por la primera vez en su vida en el "país salvaje" de su cruzada civilizadora".
En 1872, bajo la profunda impresión que le produjo la derrota paraguaya en el conflicto y sus secuelas en la población del país hermano, escribió El Crimen de la Guerra donde dice: "De la guerra es nacido el gobierno militar que es gobierno de la fuerza sustituida a la justicia y al derecho como principio de autoridad. No pudiendo hacer que lo que es justo sea fuerte se ha hecho que lo que es fuerte sea justo".
Al concluir el mandato Mitre, en 1868, asumió Sarmiento y las cosas no mejoraron para Alberdi, que debió seguir postergando su regreso. No podrá hacerlo hasta 1879 cuando una alianza entre Roca y Avellaneda lanzó la candidatura de Alberdi a diputado nacional. Llegó a Buenos Aires el 16 de septiembre de ese año. A poco de arribar se le brindó una recepción de honor en la Universidad en la que fue aclamado por los estudiantes. Por esos días, se entrevistó con el presidente Avellaneda y con el ministro del Interior: Domingo Faustino Sarmiento. Todo parece indicar que el encuentro fue cordial en un clima de reconciliación. El diario El Nacional comentó: "sus luchas tenaces y ardientes polémicas eran las de dos enamorados de una misma dama, nada menos que la patria".
Pero más allá de estas grandes satisfacciones, Alberdi se había ganado en estos años enemigos poderosos como el General Mitre, que no le perdonaba su campaña a favor del Paraguay y sus acusaciones de falsear la historia y de compararse con San Martín y Belgrano, lanzadas en su obra Grandes y Pequeños Hombres del Plata.
Tuvo una participación decisiva en los debates parlamentarios sobre la Ley de Federalización de Buenos Aires, que le dio finalmente una Capital Federal a la República.
Cuando el nuevo presidente electo en 1880, Julio A. Roca quiso que el Estado argentino publicase las obras completas de Alberdi, Mitre lanzó, desde las páginas de La Nación, una feroz campaña en contra del proyecto que terminó por ser rechazado por los senadores que también rechazaron su nombramiento como embajador en Francia. Cansado y un tanto humillado decidió alejarse definitivamente del país. Partió rumbo a Francia el 3 de agosto de 1881 confesándole a un amigo: "lo que me aflige es la soledad". Murió en Nueilly-Sur-Seine, cerca de París, el 19 de junio de 1884. Sus restos fueron repatriados en 1889 y descansan en el cementerio de la Recoleta.






19 de Junio de 1764

Nace en Montevideo (Uruguay) José Gervasio Artigas, iniciador rioplatense del federalismo y padre de la independencia uruguaya. Falleció cerca de Asunción el 23 de septiembre de 1850.


Jose Gervasio Artigas
(1764 - 1850)
Autor: Felipe Pigna
José Gervasio Artigas nació en Montevideo el 19 de junio de 1764. Fueron sus padres Don Martín José Artigas y Doña Francisca Antonia Arnal. Su abuelo paterno, Juan Antonio, figuró entre los primeros pobladores de Montevideo. Después estudiar en el colegio franciscano de San Bernardino, se dedicó a las tareas rurales en las estancias de su padre. Años más tarde comenzó a ganarse la vida comprando cueros en la campaña para venderlos a los exportadores de Montevideo. En 1791 nació su primer hijo, Manuel, fruto de su unión con Isabel Sánchez. Primeras armas
En 1797 ingresó como soldado de caballería en el regimiento de Blandengues, creado para combatir el robo de ganado y el contrabando en la Banda Oriental y proteger la frontera con el Brasil. En 1805, siendo ya Oficial del Cuerpo debió retirarse del ejército por razones de salud y se casó con su prima Rafaela Villagrán. Con ella tendrá tres hijos: José María, Francisca y Petronila. Pero lamentablemente, las dos niñas morirán a los pocos meses de su nacimiento, lo que deprimió tanto a Rafaela que terminó por enloquecerla. Artigas debió retornar al servicio activo y en 1806, durante las invasiones inglesas participó en la reconquista de Buenos Aires y en la defensa de Montevideo a las órdenes de Liniers.
Comienza la rebelión
En febrero de 1811, el Gobernador español de Montevideo, Javier de Elío, nombrado ahora Virrey del Río de la Plata, le declaró la guerra a la Junta revolucionaria creada en Buenos Aires en Mayo de 1810. El entonces capitán Artigas desertó de la guarnición de Colonia y se puso a disposición del gobierno porteño, que le dio el grado de Teniente Coronel, 150 hombres y 200 pesos para iniciar el levantamiento de la Banda Oriental contra el poder español. El 28 de febrero de 1811, dos campesinos, Pedro José Viera y Venancio Benavídez con el apoyo del sublevado camandante militar de la región, Ramón Fernández, daban en Asencio (Soriano) el grito de libertad del pueblo oriental y se disponían a luchar junto a Artigas.
Del triunfo a la decepción
Artigas fue reclutando un verdadero ejército popular formado por los gauchos orientales, empobrecidos por la administración de Elío. Repartió entre sus paisanos las tierras y los ganados que les iba tomando a los españoles. Con estas fuerzas, el 18 de mayo de 1811 derrotó a los realistas en el combate de Las Piedras y, puso sitio a Montevideo hasta que, sorpresivamente y sin consultarlo, el Primer Triunvirato firmó el 20 de octubre un armisticio con Elío por el cual se comprometía a retirar las tropas patriotas.
El éxodo del pueblo oriental
Disgustado con este desenlace, seguido por sus milicianos y la mayoría de la población oriental Artigas se retiró hacia Entre Ríos para reorganizar la lucha. De todos lados llegaban familias huyendo de la persecución española a colocarse bajo su protección y a ofrecerse para luchar contra los españoles y los portugueses, que habían comenzado a penetrar desde el norte de la Banda Oriental por pedido de Elío. Mil carretas y unas 16 mil personas, hombres, mujeres y niños, con sus pocos ganados y pertenencias, cruzaron el río Uruguay y se instalaron en Ayui, cerca de la actual Concordia (Entre Ríos) preparados para continuar la lucha. Era el famoso éxodo del pueblo oriental. Pero el Primer Triunvirato envió a Manuel de Sarratea para reemplazar a Artigas en el mando de las tropas orientales. Sólo cuando a fines de 1812, tras la caída del Primer Triunvirato, Sarratea fue reemplazado por Rondeau, y se le devolvió su mando a Artigas, los orientales aceptaron unirse a las tropas porteñas para sitiar Montevideo.
Instrucciones revolucionarias
Al inaugurarse la Asamblea del Año XIII, la Banda Oriental eligió sus representantes en un Congreso y, por inspiración de Artigas, les dio precisas instrucciones de contenido federalista y revolucionario: inmediata declaración de Independencia, constitución republicana, libertad civil y religiosa, igualdad de todos los ciudadanos, gobierno central con respeto a las autonomías provinciales y el establecimiento de la capital fuera de Buenos Aires.
Argumentando pretextos formales, la Asamblea rechazó los diplomas de los diputados orientales. Rondeau convocó otro Congreso para elegir nuevos diputados y Artigas rompíó entonces abiertamente con Buenos Aires. El Director Supremo Gervasio Posadas lo declaró "traidor" y puso precio de 6.000 pesos a su cabeza.
¿Por qué rechazaron a los diputados de Artigas?
Los La Asamblea del Año XIII, presidida por Carlos María de Alvear, temía que la incorporación de los artiguistas produjera una virtual alianza entre el caudillo oriental y San Martín para apurar una declaración de independencia, que el grupo alvearista, en consonancia con los intereses de Gran Bretaña, ahora aliada de España, pretendía retrasar lo más posible.
La clase alta porteña temía que la influencia del caudillo oriental y su enorme popularidad se extendieran al resto de las provincias. Veía en la acción de Artigas un peligroso ejemplo que propugnaba un serio cambio social. El reparto de tierras y ganado entre los sectores desposeídos concretado por Artigas en la Banda Oriental, bien podía trasladarse a la otra margen del plata y poner en juego la base de su poder económico.
El precursor del federalismo en el Río de la Plata
José Artigas fue el primero en plantear claramente en el Río de la Plata las ideas del federalismo. Así se lo contó el mismo al General Paz: "Tomando por modelo a los Estados Unidos yo quería la autonomía de las Provincias, dándole a cada Estado un gobierno propio, su Constitución, su bandera y el derecho de elegir sus representantes, sus jueces y sus gobernadores entre los ciudadanos naturales de cada Estado. Esto es lo que yo había pretendido para mi Provincia y para las que me habían proclamado su Protector. Hacerlo así habría sido darle a cedo uno lo suyo."
José María Paz, Memorias, Buenos Aires, CEAL, 1982
La Liga de los Pueblos Libres
Para 1814, la popularidad de Artigas se había extendido a varias de las actuales provincias argentinas, afectadas, al igual que la Banda Oriental por la política de libre comercio y puerto único, promovida por Buenos Aires que arruinaba a los artesanos y campesinos del Interior. Santa Fe, Entre Ríos, Corrientes, Misiones y Córdoba se unen a los orientales, formando la Liga de los Pueblos Libres. Como Protector de la Liga, Artigas luchó junto con los jefes litoraleños contra el centralismo del Directorio. La liga formó una especie de mercado común regional en el que se protegía a los productores nacionales y se fomentaba la agricultura a través del reparto de tierras, animales y semillas. No pagaban impuestos las máquinas, los libros y las medicinas y derivaba el comercio del Litoral al puerto de Montevideo.
El Congreso de los Pueblos Libres
En 1815 Artigas recuperó Montevideo, ocupada hasta entonces por las tropas porteñas y convocó en Concepción del Uruguay el 29 de Junio de 1815 al Congreso de los Pueblos Libres. Allí estaban los diputados por la Banda Oriental, Corrientes, Santa Fe, Córdoba, Entre Ríos y Misiones. Sus primeros actos fueron jurar la independencia de España, izar la bandera tricolor (igual a la de Belgrano pero atravesada por una franja roja, símbolo del federalismo) y resolvieron no concurrir al Congreso de Tucumán convocado por el Directorio, en protesta por la actitud del gobierno porteño de fomentar la invasión portuguesa de la Banda Oriental para terminar con Artigas.
Mientras se reunía el Congreso de Tucumán, Artigas y su gente defienden el territorio contra una nueva Invasión de los portugueses, que tomaron Montevideo en 1817.
El principio del fin
A fines de 1819 la Liga estaba entre dos fuegos, por un lado los directoriales y por el otro los portugueses. Artigas concibió un plan militar. Él atacaría el campamento portugués en Río Grande mientras que las fuerzas de Entre Ríos y Santa Fe atacarían Buenos Aires. Pero mientras el caudillo de Santa Fe, Estanislao López y su compañero de Entre Ríos, Francisco Ramírez, invadían exitosamente Buenos Aires y triunfaba en Cepeda , Artigas era derrotado por los portugueses en Tacuarembó.
Aprovechando esta situación de debilidad de su antiguo jefe, los caudillos firmaron a espaldas de Artigas el Tratado del Pilar, abandonando a su suerte al caudillo oriental. Ante la traición, Artigas decidió unir sus escasas fuerzas con las de Corrientes y Misiones. Entró en Entre Ríos dispuesto a someter a Ramírez, pero fue derrotado definitivamente en Las Huachas y debió marchar hacia el exilio en el Paraguay.
El padre de los pobres
En el Paraguay vive humildemente, bajo la protección de los sucesivos gobernantes paraguayos, Gaspar Rodríguez de Francia y Carlos Antonio López. Vive en una modesta chacra rodeado de indios y campesinos que lo llamen en guaraní Caraí Marangatú (Padre de los pobres) Después de tres décadas de exilio paraguayo, Artigas murió, a los 86 años, el 23 de setiembre de 1850. Sus restos fueron repatriados al Uruguay en 1855.
Artigas según Artigas
"Yo no hice otra cose que responder con la guerra a los manejos tenebrosos del Directorio me hacía por considerarme enemigo del centralismo, el cual sólo distaba un paso del realismo (la monarquía). Pero los Pueyrredones y sus acólitos querían hacer de Buenos Aires una nueva Roma imperial, mandando sus procónsules a gobernar a las provincias militarmente y despojarlas de toda representación política, como lo hicieron rechazando los diputados al Congreso que los pueblos de la Banda Oriental habían nombrado y poniendo precio a mi cabeza."
El éxodo
"Cada día veo con más admiración sus rasgos singulares de heroicidad y constancia. Unos quemando sus casas y los muebles que no pueden conducir; otros caminando leguas y leguas a pie por falta de auxilios o por haber consumido sus cabalgaduras en el servicio. Mujeres ancianas, viejos decrépitos, párvulos inocentes, acompañan esta marcha manifestando todos la mayor energía y resignación en medio de todas las privaciones. Yo llegaré muy en breve a mi destino con este pueblo de héroes, y al frente de seis mil de ellos que obran como soldados de la patria trabajaré gustoso en propender a la realización de sus grandes votos".
"Aquí, donde el río se enoja y se revuelve en hervores y remolinos, sobre la meseta purpúrea rodeada de fosas y cañones, gobierna el general Artigas. Estos mil fogones de criollos pobres, estos ranchos de barro y paja y ventanas de cuero, son la capital de la confederación de pueblos del interior del Río de la Plata. Ante la choza de gobierno, los caballos esperan a los mensajeros que galopan trayendo consultas y llevando decretos. Un luce alamares ni medallas el uniforme del caudillo del Sur"
Fuente:
http://www.elhistoriador.com.ar/


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19 de Junio de 1613


Se funda la Universidad Nacional de Córdoba.


Los orígenes de la Universidad Nacional de Córdoba se remontan al primer cuarto del siglo XVII, cuando los jesuitas abrieron el Colegio Máximo, donde sus alumnos, en particular los religiosos de esa orden, recibían clases de filosofía y teología. Este establecimiento, de elevada categoría intelectual, fue la base de la futura Universidad.
Bajo la tutela de los jesuitas y el impulso del Obispo Juan Fernando de Trejo y Sanabria, en 1613, aunque no estaba autorizado para otorgar grados, se iniciaron los Estudios Superiores en el Colegio Máximo de Córdoba.
El Breve Apostólico del Papa Gregorio XV fechado el 8 de agosto de 1621 otorgó al Colegio Máximo la facultad de conferir grados, lo que fue ratificado por el monarca Felipe IV a través de la Real Cédula del 2 de febrero de 1622.
A mediados de abril de ese año, el documento llegó a Córdoba y el Provincial de la Compañía, Pedro de Oñate, con el acuerdo de los catedráticos, declaró inaugurada la Universidad.
Oñate redactó el reglamento del organismo, cuyos títulos tenían validez oficial. Con el nacimiento de la Universidad Nacional de Córdoba, familiarmente llamada Casa de Trejo, comenzó la historia de la educación superior en la República Argentina.


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De acuerdo a cada autor varian estas fechas de


Juan Bautista Alberdi y Jose Gervacio Artigas


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Nacimiento de Elías Galván
(Corrientes, Argentina, 1774 – Montevideo, Uruguay, 1844), político y militar argentino, gobernador de la provincia de Corrientes y de conflictiva carrera política posterior.
En su niñez y juventud vivió en Buenos Aires, donde se educó. Era hijo de un maestro y se dedicó a la docencia, desempeñándose por muchos años como maestro de escuela. Fue secretario de la comisión demarcadora de límites con el Brasil, presidida por Diego de Alvear, y fue también regente de la educación de sus hijos, uno de los cuales era Carlos María de Alvear, el futuro general.
Al producirse las invasiones inglesas, luchó como voluntario en la Reconquista de Buenos Aires en 1806, y al año siguiente como oficial en el cuerpo de Cazadores Correntinos. Más tarde abandonó el ejército.
En 1810 participó de la Revolución de Mayo como miembro del grupo de activistas, los llamados chisperos, dirigidos por French y Beruti. Poco después fue nombrado teniente de gobernador de la ciudad de Corrientes y de su jurisdicción, y comandante de armas. Prestó algunos auxilios a la expedición de Manuel Belgrano al Paraguay, y dirigió la defensa de la ciudad contra un ataque naval realista, lanzado desde Asunción, en abril de 1811. También dirigió la defensa del este de la provincia contra los ataques portugueses. Pero no se destacó por su dedicación y fue relevado del cargo a mediados de 1812.
Gracias a sus relaciones con el grupo que había sido partidario de Mariano Moreno en Buenos Aires, en agosto de 1812 fue nombrado gobernador de Misiones; pero fue relevado apenas caído el Primer Triunvirato
Su carrera comenzó a brillar cuando el Segundo Triunvirato fue copado por los partidarios de Alvear, a quien recordó que había sido su maestro. Éste lo llevó consigo en la breve campaña que terminó con el sitio de Montevideo, y lo ascendió a coronel. Por un tiempo fue comandante militar de la provincia de Corrientes, antes de que los partidarios del Directorio fueran expulsados por los federales, partidarios de José Artigas. Como intentó llevarse las armas que habían reunido los correntinos, fue alcanzado en el río Paraná y arrestado por unas semanas.
En Buenos Aires fue tesorero general del ejército. Fue enviado como embajador ante Artigas, pero ni siquiera fue recibido. A la caída de su protector Alvear en 1815, fue desterrado.
El nuevo Director Supremo, Pueyrredón, lo reintegró al ejército en 1817. Después de una participación confusa en la anarquía del año 1820, acompañó al gobernador Martín Rodríguez en su campaña al desierto. Fue alcalde de la villa de Luján y comandante militar de la misma.
Se opuso a la revolución de Juan Lavalle, de diciembre de 1828, pero no fue expulsado de la ciudad como otros opositores. Fue subinspector de campaña y luego jefe de policía de la capital durante el primer gobierno de Juan Manuel de Rosas. Durante la gobernación de Balcarce fue ascendido al grado de general y nombrado comandante general de armas. Eso lo colocó en el bando antirrosista, de modo que en 1835 fue borrado de la lista militar.
Emigró a Montevideo en 1842, se enroló en la legión argentina y luchó en el desastre de Arroyo Grande como jefe de estado mayor del ejército de Fructuoso Rivera, pero su desempeño fue muy pobre. Por poco tiempo prestó servicios militares en la defensa de Montevideo, al principio del sitio que le impuso el ex presidente Manuel Oribe. Más tarde presidió el tribunal militar de la ciudad.
Murió en Montevideo en enero de 1844.

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