viernes, 2 de octubre de 2009

Batalla de Vilcapugio


1 de Octubre de 1813:

Batalla de Vilcapugio

Tiene lugar la batalla de Vilcapugio, una derrota para las fuerzas patriotas comandadas por el general Belgrano, que fueron vencidas por las fuerzas realistas del general Pezuela.
La batalla de Vilcapugio (en quechua, pozo santo) fue una contienda en el marco de la Guerra de Independencia de Argentina, en la Campaña del Alto Perú, en la que las tropas al mando del general Manuel Belgrano fueron derrotadas por las tropas realistas comandadas por Joaquín de la Pezuela, el 1 de octubre de 1813.
La campaña se había reanudado luego de los triunfos del Ejército del Norte en las batallas de Tucumán y Salta, a instancias del gobierno de Buenos Aires. Belgrano, por entonces ya enfermo de paludismo, y con dificultades para abastecer el ejército a su mando con muchos reclutas nuevos y deficiente artillería —pues escaseaban las mulas— acató sin embargo la orden desde su establecimiento en Jujuy.
El ejército armado por Belgrano contaba con el coronel Baltasar Cárdenas, que tenía a su mando a 2.000 indios mal organizados y armados, y a las fuerzas de Cochabamba bajo las órdenes del coronel Cornelio Zelaya. Ambos tuvieron órdenes de sublevar las poblaciones indígenas situadas a espaldas de los realistas. Belgrano, a su vez, sabedor de que el ejército realista no tenía casi mulas para mover su artillería y provisiones, planeaba atacar por el frente, intentando realizar el clásico movimiento de "pinzas", con la seguridad de que el general Pezuela no se atrevería a jugarse en una batalla el destino de la campaña.
A fines de septiembre de 1813, el grueso del ejército comandado por Belgrano arribó a la pampa de Vilcapugio, que es una meseta circundada por montañas de altas cumbres, al norte de Potosí. En Condo-Condo estaban establecidas las tropas realistas al mando del general de la Pezuela y su comandante Saturnino Castro. Este logró cerrar el paso a las tropas de Cárdenas, cortando así las comunicaciones entre el campamento de Belgrano y las tropas del gobierno de Buenos Aires en Cochabamba. Castro logró secuestrar entre los papeles de Cárdenas las instrucciones de Belgrano.
De la Pezuela, que se encontraba en una estricta defensiva por la desmoralización de su ejército, gracias a los documentos caídos en su poder, se enteró de los planes de Belgrano, por ello se dio cuenta de que tenía solo dos opciones. La primera, resistir en sus posiciones los esperados ataques de Belgrano y Zelaya, plan que con seguridad a la larga le traería la derrota. Contra todo lo esperado, tomo la segunda opción, y avanzó por las montañas, presentando batalla en Vilcapugio el 1 de octubre.
La lucha tomó por sorpresa a las tropas argentinas. Aun así, las secciones veteranas del Ejército del norte contuvieron e hicieron retroceder el ala izquierda y centro realista, hasta el punto que el mismo Pezuela reconocería en sus partes al Virrey de Lima que daba por perdida la batalla, pero su propia ala derecha se mantenía en el campo de acción, y derrotaba a la sección izquierda argentina. Si el ejército del norte hubiera continuado la persecución de las rotas tropas españolas, o atacado la sección de este que se encontraba en el campo de batalla, la victoria era segura. Pero un toque de reunión, más la llegada de un escuadrón de caballería realista, introdujo el pánico entre los argentinos, quienes se dieron a la desbandada. El ejército realista se reorganizo, se adueñó de toda la artillería, con la que continuó cañoneando la posición de las pocas tropas de Belgrano que continuaron en el campo de batalla, los cuales debieron procurar salvarse de una completa destrucción. Ante la situación, Belgrano acordó con Eustaquio Díaz Vélez que sea éste quien tomara la ruta de Potosí para reunir los hombres dispersos.
El resultado de la batalla fueron más de 300 bajas, más de 400 fusiles perdidos y casi todo el parque de artillería. Con posterioridad Díaz Vélez se posicionaría en Potosí a la cabeza de un cuerpo de tropas, gran parte de las dispersas, luego de Vilcapugio y Belgrano con el resto del ejército sobre el flanco izquierdo del enemigo. A esto las tropas se organizan para proseguir la Campaña del Alto Perú, según las órdenes del gobierno de Buenos Aires.
A pesar de que se puede pensar que una fatalidad (la caída de los papeles privados de Cárdenas en manos de Castro) trastocó el plan argentino, no es menos cierto que Belgrano confió demasiado en la supuesta falta de movilidad de su oponente. La ubicación de su campamento tan cerca del de los realistas con demasiada anticipación al resto de sus aliados es imperdonable, ya que les dio la oportunidad de realizar el ataque sorpresa. Más aún sabiendo que tres días más le aseguraban rodear el campamento español con la totalidad de sus fuerzas.

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