Combate de Santa Rosa Para los primeros días de octubre de 1870 el ejército nacional de Ignacio Rivas se encontraba en las puntas del arroyo Yeruá. Gelly y Obes opera en el Departamento de Nogoyá, y para el 11 de octubre estaba en el arroyo Clé, mientras Riva llegaba hasta el arroyo Santa Rosa, afluente del Gualeguaychú, tratando de dar alcance a López Jordán. El día 12, al cruzar el arroyo Santa Rosa, Rivas recibe aviso de parte del coronel Vidal que decía tener a su frente tres columna jordanista y que otras tres veían en dirección del flanco izquierdo del ejercito nacional, que estaba formado por una brigada de infantería al mando del coronel Ivanvosky, la segunda brigada con cuatro piezas de artillería ”prusiana” y una de montaña a las ordenes de Bernal, y regimiento formado al mando entre otros de Gamarra, Irinaco Ramírez y Luis María Campos, con cuatro piezas de artillería al mando de Bustamante, más las fuerzas de reserva.Alrededor de la 8 de la mañana suena el primer disparo de cañón. Las fuerzas jordanistas, con unos 3.000 hombres de caballería atacaron por la izquierda, sin poder ser contenidos por la artillería. Según el parte de Rivas las cargas de caballería se suceden “con ímpetu salvaje y con su habitual gritería”. Los “civilizados” llamaban “ímpetu salvaje” a la valentía jordanista, pero Rivas luego rectifica su apreciación: “Quiero hacer un acto de justicia - dice Rivas - , al valor del enemigo digno de mejor causa, muy principalmente a la caballería, que ha dado algunas cargas hasta con desesperación”Los nacionales, que contabancon poderosa altilleria y modernos fusiles Remington, dan por ganada la batalla, adjudicándose cuatro veces menos pérdidas que el enemigo. El parte del coronel jordanista Pedro Seguí da sin embargo la siguiente versión:Defendemos la Soberanía de la Provincia .Campamento en marcha, octubre 13 de 1870 Señor Sargento Mayor Don Antonio R. DescalzoAyer 12 lo batimos al ejército que comandaba Rivas. El combate principió a la 7 y media de la mañana. Nuestras caballerías triunfaron completamente como se esperaba, quedando reducida la del enemigo a un pequeño número, pues a la primera carga se le desbandaron 400 o 500 hombres y lo que es más, de a pié.Ya Ud. sabe que con los cañones se pone siempre al abrigo de una derrota completa; así fue ayer. Los tuvimos encerrados por espacio de 4 1/2 ó 5 horas que duró el combate y no siendo posible competir con sus cañones, emprendimos nuestra retirada, y hoy volvemos sobre ellos a hostilizarlos para facilitar el desbande.Las pérdidas de nosotros son insignificantes, pues no pasaron de 20 muertos y heridos. El enemigo no puede vanagloriarse de estos porque sus pérdidas son considerables. Entre desbandados y prisioneros y muertos alcanzará de 700 a 800 hombres. Todas sus caballadas están en nuestro poder y las que no lo están se han disparado y por consiguiente están a pie, como le digo, y en estado de no poderse mover por muchos días de allí. Pedro P. Seguí.Francisco Horacio Francou, en su libro “El ama de mis pagos” (Vol.I. Buenos Aires. 1966) nos brinda algunos detalles muy interesantes, sobre todo en en cuanto a la manera de proceder de “civilizados y bárbaros”: “La batalla mas famosa de las libradas fue la de Santa Rosa, - dice - a unos 4.000 metros del arroyo del mismo nombre y en el campo Irungaray, frente a lo de Pascual Irungaray. Esos campos eran de Aurelio Jorge y allí había un enorme “corral de palo a pique” de ñandubay, para encerrar la hacienda “baguala” que abundaba por esos tiempos sin alambrados. Los colorados (así se llamaban dos del gobierno), acamparon cerca del corral y los blancos (así se llamaban los de López Jordán) lo hicieron en el campo de Santa Medarda. La noche anterior a la batalla, el jefe del Estado Mayor, coronel gallo (abuelo materno de Rogelio Carricarte) tenía reunidas cinco mil yeguas para lanzarlas a toda carrera, con cueros secos atados en las colas, contra los cuadros de los colorados. López Jordán no aceptó el plan, porque dijo que era contrario a la leyes”A los jordanistas, además de la falta y precariedad de armamenteo, y pese a su valor, probablemente los llevó a la derrota precisamente el honorable hecho de respetar las leyes que otros no respetaban.El 17 de octubre, pocos días después de Santa Rosa, López Jordán recibe una significativa carta del autor del Martín Fierro, José “Matraca” Hernández:"En la lucha que Ud. se halla comprometido - escribe José Hernández - no hay sino una sola salida, un solo término, una disyuntiva: o la derrota o un cambio general de situación en la República. Cualquier opinión contraria a ésta, será un error político grave, que lo detendrá a usted en su marcha, para perderlo al fin.Urquiza era el Gobernador Tirano de Entre Ríos, pero era más que todo el Jefe Traidor del Gran Partido Federal, y su muerte mil veces merecida, es una justicia tremenda y ejemplar del partido otras tantas veces sacrificado y vendido por él. La reacción del partido, debía por lo tanto iniciarse por un acto de moral política, como era el justo castigo del Jefe Traidor.Opino pues que para no empequeñecer su movimiento, debe usted tomar esa reacción como punto de mira política. Hacen diez años que Ud. es la esperanza de los pueblos, y hoy, postrados, abatidos, engrillados, miran en Ud un salvador” (Aníbal S. Vázquez. José Hernández en los entreveros jordanistas. Paraná. 1953)
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