SANTA CLARA DE ASÍS (1193/94 - 1253)
Virgen, fundadora de las clarisas,patrona de la televisión
Fuentes biográficas y de los escritos de Clara de Asís, nos permite definir a grandes rasgos la personalidad de esta mujer, a quien los Ministros generales de la familia franciscana describían así, en su carta «Clara de Asís, mujer nueva», escrita con ocasión del octavo centenario del nacimiento de la Santa: «De personalidad fuerte, valerosa, creativa, fascinante, dotada de extraordinaria afectividad humana y materna, abierta a todo amor bueno y bello, tanto hacia Dios como hacia los hombres y hacia las demás criaturas. Persona madura, sensible a todo valor humano y divino, que está dispuesta a conquistarlo a cualquier precio»
Añádase a ello su honda experiencia espiritual, su condición de fundadora -por la que ha dejado a la Iglesia la Orden de las Hermanas Pobres o clarisas, presente en los cinco continentes y formada en la actualidad por unas 18.000 hermanas- y que es la primera mujer en conseguir, tras una larga lucha, la aprobación pontificia de una Regla propia y el insólito «privilegio de la pobreza». Todo ello nos permite pensar que nos hallamos ante una mujer y Santa de talla excepcional.
Es verdad que históricamente Santa Clara ha quedado en segundo plano frente a la figura descollante de San Francisco de Asís -a quien ella reconoce como padre, «fundador y plantador» de su orden, y del que se considera a sí misma «pequeña planta» (Testamento, 48-49)-, y que a ello ha contribuido también la gran discreción y humildad de la Santa; «pero los otros -como decía Paul Sabatier- no han tenido con ella la debida consideración, tal vez por una inútil prudencia, o por cierta rivalidad entre las varias fundaciones franciscanas... Sin estas reticencias, Clara se encontraría entre las más grandes figuras femeninas de la historia» (P. Sabatier: Études inédites, París, 1932, 12).
Añádase a ello su honda experiencia espiritual, su condición de fundadora -por la que ha dejado a la Iglesia la Orden de las Hermanas Pobres o clarisas, presente en los cinco continentes y formada en la actualidad por unas 18.000 hermanas- y que es la primera mujer en conseguir, tras una larga lucha, la aprobación pontificia de una Regla propia y el insólito «privilegio de la pobreza». Todo ello nos permite pensar que nos hallamos ante una mujer y Santa de talla excepcional.
Es verdad que históricamente Santa Clara ha quedado en segundo plano frente a la figura descollante de San Francisco de Asís -a quien ella reconoce como padre, «fundador y plantador» de su orden, y del que se considera a sí misma «pequeña planta» (Testamento, 48-49)-, y que a ello ha contribuido también la gran discreción y humildad de la Santa; «pero los otros -como decía Paul Sabatier- no han tenido con ella la debida consideración, tal vez por una inútil prudencia, o por cierta rivalidad entre las varias fundaciones franciscanas... Sin estas reticencias, Clara se encontraría entre las más grandes figuras femeninas de la historia» (P. Sabatier: Études inédites, París, 1932, 12).
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